miércoles, 2 de diciembre de 2015

taxista



Lo de aquel taxista gran tabaibero y ex-cabrero...
... que por mor de la casualidad, por turno le tocó, que a la llamada telefónica, me llevara al aeropuerto, para una cita -ya no recuero si para Antena 3 o el Canal 5 (nacionales), que al recogerme; “¡Oh, es usted, el Padre Báez, a quien escucho fielmente en -entonces- Radio Las Palmas...!”, y durante el trayecto, me contó parte de su biografía: había sido hombre de campo toda su vida, pero dado que no podía seguir en la agricultura y ganadería por aquello del miedoambiente que los perseguía y multaba
-como tantas veces ya he dicho- por todo y por nada (hagas lo que hagas, y ello por nimio o pequeño que sea), va y se dedica al taxi, siempre y cuando le surgió esta oportunidad, y en ello está el buen hombre, y como la conversación derivó en la agricultura y ganadería -de donde venía- va y me dice esta frase -que desde entonces la tengo de fondo y recuerdo permanentemente me viene a la memoria- y sobre todo cuando miro y veo el campo a rebosar de comida para los animales, que ni nadie siega o coge, y menos ve uno un solo animal a  la redonda, de la isla, que mordisquee nada, pues todo está protegido, y “encarcelado” el poco ganado que nos queda, tiene que comer hierba seca o paja, traída de españa y de más lejos, mientras la nuestra se la come el sol en verano, y es pasto, para el mejor incendio (¡Dios nos libre, y nunca más ocurra, pero toda vez son ellos mismos –como en Cazadores- cada año los que los provocan, para poner a prueba el material: mangueras, guantes, gafas, picos, palas, etc.!). Que el taxista va y me dice esta frase, que lo resume todo: “¡Antes -me dijo- Padre Báez, no había hierba para tantos animales; ahora, no hay animales, para tanta hierba!” Pues esa es la situación, el análisis, la realidad: Antes, por falta de hierba al haber tantísimos animales; mientras que ahora, con tantísima hierba, no se ve un animal comiéndosela y que nadie se atreva, salvo quiera pasar por la preceptiva multa, por obra y gracia del cabildo matacabras y tabaibero, que obliga a gente del campo a abandonar la profesión de agricultor o/y ganadero, por la de cualquier otro oficio o ninguno (en la mayoría de los casos, pues pasan de pastores al paro, o de agricultores a pedir comida a Cáritas).
El Padre Báez, que sigue dando razones para recuperar el pastoreo y los animales, vuelvan a pastar sin protección alguna, porque ya se encargan ellos (los animales) de aflojar la tierra, abonarla, sembrarla, etc.
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“... respiran violencia...” (salmo 26). / “... el pastor, visita y reúne su rebaño...” (el cabildo las mata [de las preces de vísperas del día de hoy).

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