domingo, 6 de diciembre de 2015

infancia



Infancia sin tabaibas y con cabras...
... la de un servidor, cuando sesenta años atrás, desconocía las tabaibas, y sí y mucho las cabras. Y tanto que el parto de una de ellas, era motivo de una inmensa alegría; todo era oír el balido de los recién nacidos, para correr como balas a reconocer a los recién llegados, que a la par, con mis hermanos, nos los repartíamos (y si no había para todos, esperaban al parto siguiente de otra cabra, ¡y como lo esperábamos!), según preferencias y fueran quedando libres: “¡¡este es mío!!”, y es como si un nuevo juguete tuviéramos, y cómo los queríamos, y jugábamos con ellos, y los cuidábamos (a escondidas de mis padres, los arrimábamos al ubre de la madre)...,
y de ahí, desde la más tierna infancia, antes de los ocho (años), ya aprendíamos a poseerlos, a tenerlos, a considerarlos “míos”, y así, iba creciendo el cariño a un animal, que si nos lo vendían o nos lo comíamos, era un drama. Acostumbrados a su balidos, sabíamos de su hambre, ¡y el retozo de los mismos!, ¡y los empujones al ubre de la madre!, y el chuparnos los dedos (con las cosquillas que nos hacían), es decir, es mucho lo que de ellos, los baifos y sus madres tiene uno en la propia biografía, de modo implícita y grabado por siempre, y de ahí el que nos las estén matando, es una constante en nuestra mente, y nos hace daño, y piensa uno, estos desalmados, no jugaron, no se criaron, no saben nada de un baifito, que se hace mayor, y marchando a los riscos, no hay razón para su sacrificio (como no se mata al perro que se pierde o se queda en el campo), no se les debe matar, hay que protegerlos..., pero tristemente, he sabido que van a persistir en esa actitud de matarlos, o dejarlos vivos sufriendo, y mientras: seprona, miedo ambiente, inspectores, veterinarios..., visitando: granjas, chozas, corrales, cuevas, arrimos, huertas privadas, alpendres, explotaciones, etc. por ver si el dueño, tiene en mal trato a una de sus gallinas, a una de sus vacas, a una de sus lo que sea, como si no tuvieran derecho a morir, como todo ser vivo, y por ¡quítame allá esas pajas, multa que te pego! Y ello, sin que ninguna de estas multas les alcance a ellos: seprona, miedoambiente, cabildo, inspectores, veterinarios, etc.
El Padre Báez, que por mascota regalaría un baifito a los matacabras, para que llegando a sus casas a sus hijos o nietos, se los pongan de mascota, y a ver si después eran capaces de pegarles un tiro  a una cabra, y es que tiene razón el dicho o refrán: “¡lo que no se conoce, no se ama!”, o aquél otro que dice: “¡lo que no nace, no crece!”, ¡pues, por eso las matan! Es, la única “justificación (no válida)”, para este cabricidio cabildicio.
----------------------------------
(las cabras): “... por los montes elevados... por colinas encumbradas... por los barrancos...” (Baruc 5, 1-9). / “... los riscos son para las cabras, por las peñas...” (salmo 103). /

No hay comentarios:

Publicar un comentario