lunes, 7 de diciembre de 2015

famoso



Un cabrón famoso o afortunado tabaiberoteldense...
... el del Roío. Sabido es, que no hay familia sin apodos, y ello gracias a la ruralidad de la vida, porque en la ciudad, al ser todo el mundo anónimo, ni siquiera se sabe el nombre de pila (si es que está bautizado). Y es el caso, que un pariente muy cercano del actual cantante José Vélez, tenía por profesión, llevar el su macho por las casas de la ciudad de los Faycanes,
para cubrirlas y del cobro por tal servicio, vivía el buen hombre, que pasando el tiempo tendría a tan importante descendiente en la música, que ya su antepasado cantaba, lo que más adelante les contaré (más abajo). Y esto, en lugar de denostar o denigrar al personaje, lo eleva y encumbra más, al conocer y saber el origen humilde de sus ancestros, que justamente ésta, la humildad es la que eleva, razón por la que nunca oculté mis orígenes de La Lechuza, hijo de un padre peón caminero y mi abuelo paterno en Arteara (lo recuerdo de visita en un burro, y nos tría tunos pasados y naranjas del lugar), junto a la necrópolis; que el materno, marchó a Cuba y no regresó, dejándome cambiado el apellido “Santiago” por el de “Santana”, que volviendo a las calles de Telde, por donde en las traseras o en las azoteas, todo cual tenía su cabra, y habida cuenta que para cubrir una vez al año, no hacía falta y era caro de mantener para tan poco menester un macho propio, casi nadie -salvo que tuviera un buen puñado de cabras, cosa no siempre fácil-, tenían que recurrir al macho de pago, y llevar la cabra al macho -cuando el animalito lo necesitaba y había señales de ello, levantando el rabo a la cabra, no siempre había que proceder con este ritual, sino que al revés: te lo ofertaban por la puerta de tu casa, y al grito del que llevaba el macho, en este caso el ya citado, se sabía de su paso o presencia, más que por el grito del dicho, que por el olor que desprendía y los abubidos del cabrón o macho de cabra, que al grito de, en la puerta o zaguán en cuestión, y así por todas, en el recorrido iba diciendo: “¿quiere macho, señora?” Con el consiguiente: “¡pase!” o “¡suba (según estuviera la cabra al fondo y atrás en el patio, o en la azotea)!”, cobrándose el pertinente precio por el menester o servicio prestado de preñar a las cabras; pues al fin y al cabo, el afortunado macho, tenía que ser bien alimentado, con algún extra de millo argentino o afrecho venido de españa peninsular, que anécdotas apartes, hubieron a mil, y por supuesto no caben aquí, pero no me resisto a contar al menos una: la de aquella señora, que más que por ignorancia, por el enfado que debía tener, y vaya usted a saber por qué, a la repetida pregunta del Roío: “¿quiere macho, señora?”, ésta le respondió: “¡A tu madre, hijo de p..a, desgraciao!”
El Padre Báez, que de esta forma y manera añade páginas caprinas a este hacer de matar cabras del cabildo, para que vea hasta qué punto están en nuestra Historia, que de ellas (las cabras), ahí quedan unos párrafos, en este caso de la ciudad de Telde, la ciudad de los sacerdotes guanches (los faycanes), y bien relacionadas con el que es bandera nuestra por latino o Hispanoamérica.
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“... saltarán como cabras...” (Is. 35, 1-10). / “...como busca la cabra corrientes de agua...” (salmo 41).

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