miércoles, 9 de diciembre de 2015

exclusión, que alcanza a las cabras...



Exclusión y desarrollo social en El Tabaibal...
... no cuento con la ayuda de ningún estudio sociológico, ni universitario, sino desde el conocimiento que me da el ser cura acompañante de mi arciprestazgo en Cáritas de Telde-Sur, desde donde se observa la realidad, cual foto que no engaña, desde donde se aprecia el modelo medio de la sociedad, distribución de la renta la exclusión social, ofertas de trabajo, el bienestar, la post-crisis previsible, el capital cultural y social (a menos), nuestra situación en el entorno nacional, etc..
La desigualdad es notoria; no hay crecimiento posible y real; aumenta la pobreza; mínima integración social; miles de excluidos en situación severa, aunque más del doble están en la simple exclusión; sin empleo, sin vivienda, sin salud; vulnerabilidad de los jóvenes (desocupados y sin estudios); en cuanto a los mayores los hay expulsados del trabajo de por vida; la política de austeridad no reduce la pobreza; se restringen los derechos; hay regreso en las reformas; la cooperación, se desploma; se descalabran distintos proyectos; la política se dedica a lo irrelevante (criar pájaros azules y lagartos): se dilapida el dinero (limpiando orillas de carreteras de hierbas que vuelven a salir al día siguiente); la inmigración no cesa; prolifera la economía sumergida; nos envuelve la globalización (sin producción local); se pierden los valores éticos más elementales; hambre y pobreza sin atención médica; etc. ¿Posible la regeneración?, ¿acaso no es un capital la solidaridad familiar?, ¿qué redes de ayudas hay? La crisis, se alarga, irremediablemente y los mayores en lugar de ser cuidados, son los cuidadores (o salvadores). Sin el apoyo de los mayores, las familias caerían en la miseria y en el abandono, pues mantienen la pensión, la vivienda y hasta las relaciones familiares que unen y remedian, auténticos salvavidas de la realidad social que nos hunden. Menos mal que no faltan voluntarios en Cáritas, que empeñan en ello lo mejor de sí mismos: colaboración impagable. Pues a pesar de la destrucción de la riqueza social y cultural que se tenía, aparecen nuevos valores que aunque eternos, afloran ante la realidad, como: redes, instituciones, principios, etc., y van desapareciendo poco a poco -esperamos-  la mercantilización, la individualización, la privatización, etc. Y, frente a la ruptura previsible y lógica, cabe la esperanza cierta de la solidaridad que anida en nuestra esencia humana y cristiana. De los poderes públicos, y de otros agentes sociales y económicos, mejor no me pronuncio, pues son los que pueden atajar los motivos de la exclusión (y  los provocan) y proponer desarrollo para combatir la pobreza (que no hacen multando al que se vuelva al campo), y quedan al margen viéndolas venir o pasar (sin mover un dedo), sin más, pues sin tener en cuenta el bien común, sin abordar las causas de la pobreza y sin desarrollo social y solo el económico, nada bueno podemos esperar por largo tiempo...
El Padre Báez, que teniendo en cuenta todo lo anterior, no se olvida de la matanza de caras, que va a seguir, y ello, por si todo lo anterior fuera poco.

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