lunes, 18 de abril de 2016

yo: Brito

Yo: Brito, soy el segundo de a bordo...
... de ese barco al que se llama “cabildo” y que se hunde, por mor de su capitán; yo, que soy del medio ambiente o miedoambiente, y quiero quitar del ambiente a las cabras libres; yo, que soy el de la emergencia, y mayor prisa no me puedo dar en eliminar las cabras libres porque por algo soy el de la emergencia; yo, el de la participación ciudadana, eso me lo paso por el forro, y a los que participan -todos y todas- no les hago maldito caso, porque yo, soy yo, y a mí como a Yahwéh (el que es, el yo soy el que soy), a mí, como a Él, nadie me enmienda la plana; yo, que me llamo Juan, como el Bautista; yo, que tengo de segundo nombre lo que significa “Dios
con nosotros” (Emmanuel), a mí, nadie me hace doblar la cabeza, ni el morro, ni nada; yo, tieso y p´lante; yo, abierto a seguir practicando la apañada (matanza) de las cabras libres; yo, ya les comunicaré en breve lo que pienso hacer, con el apoyo del presidente, porque yo, y él que es mi sombra (o al revés [y por lo de los Reyes Católicos, que monta tanto, tanto monta, los dos en uno, yo... ya les comunicaré en esta semana lo que vamos a faser -dicho sea en castellano antiguo (lo de faser, que significa “hacer” [estén atentos a mis palabras])...
El Padre Báez, en espera del parto, no de las cabras, sino en contra de las cabras.
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Y esto, es lo que me envía un muy buen amigo. Tiene miga (no se arrepentirán de leerlo):

  EL LEÓN DE LA TRIBU DE GRAN CANARIA (GRAN TAMARÁN). EL PADRE BÁEZ Y COLABORADORES Y SEGUIDORES:30.000 MIL FIRMANTES PROCLAMO:PRESIDENTE DEL CABILDO DE GRAN CANARIA MORALES Y SEÑORES ASESINOS DE CABRAS BRITO Y COMPANY:
DIMITAN
(dimitir: verbo transitivo-intransitivo aceptar dejar un cargo o puesto de trabajo.)
COMO EL SEÑOR SORIA:"LOS PAPELES DE PANAMÁ" POR FAVOR.ANTES QUE SEA  DEMASIADO TARDE.Y QUE LES PUEDA CAER ENCIMA  ALGO PEOR QUE EL SEÑOR SORIA. ENTREGUE LOS PAPELES DEL "CABILDO" AL PUEBLO DEL DINERO DE BRUSELAS EN DONDE SE LO HAN GASTADO ME IMAGINO QUE NO LO PONDRÁN EN PARAÍSOS FISCALES. PERO SI EN EL PARAÍSO DE CANARIAS EN SUS BOLSILLOS Y SECUACES "CIENTÍFICOS" LOS CUENTISTA CUENTA CUENTOS  QUE LOS A-POLLA. PARA NO SALIR MAL PARADOS DE LAS 77 CABRAS ASESINADAS EL AÑO PASADO  Y LAS OTRAS EN TIRMA LOS ÚLTIMOS DÍAS PASADOS DEL EDÉN. LAS CABRAS NO SON ASILVESTRADAS O SALVAJES USTEDES SON LOS CEREBROS ASILVESTRADOS Y SALVAJES ENENUCOS DEL SIGLO XXI.
Que están rodeados por los indios Lakotas del norte y del sur; Apaches: Cheyennes;  Cherokees/  Cheroquís: Huicholes; Comanches: Sioux::  Arapahos/  Arapajóes  etc...En el territorio comanche ustedes no pueden entrar porque está prohibido el espíritu de la sangre Guanche y el GRAN ESPÍRITU nos dice de apoyar a este pueblo abandonado por sus "JEFES" Y metidos todos en el VICIO Y LA LUJURIA porque si no van a salir con una flecha pegada  en el culo. Si ustedes siguen matando nuestras cabras van a salir todos con flechas pegadas en el culo y en otros sitios que yo sé.

¡LES DECLARAMOS LA GUERRA SIN PIEDAD!

Este escrito es para que lo publique el Padre Báez, escrito por uno de sus colaboradores. ¡Lo de menos es el nombre; lo más importante es el mensaje! (ANÓNIMO).

Carta del Jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos
[Carta: Texto completo.]
Jefe Seattle
Nota
El presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, envía en 1854 una oferta al jefe Seattle, de la tribu Suwamish, para comprarle los territorios del noroeste de los Estados Unidos que hoy forman el Estado de Wáshington. A cambio, promete crear una "reservación" para el pueblo indígena. El jefe Seattle responde en 1855.
El Gran Jefe Blanco de Wáshington ha ordenado hacernos saber que nos quiere comprar las tierras. El Gran Jefe Blanco nos ha enviado también palabras de amistad y de buena voluntad. Mucho apreciamos esta gentileza, porque sabemos que poca falta le hace nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Wáshington podrá confiar en la palabra del jefe Seattle con la misma certeza que espera el retorno de las estaciones. Como las estrellas inmutables son mis palabras.
¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Esa es para nosotros una idea extraña.
Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos?
Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva, cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos jamás se olvidan de esta bella tierra, pues ella es la madre del hombre piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Wáshington manda decir que desea comprar nuestra tierra, pide mucho de nosotros. El Gran Jefe Blanco dice que nos reservará un lugar donde podamos vivir satisfechos. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, nosotros vamos a considerar su oferta de comprar nuestra tierra. Pero eso no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. Esta agua brillante que se escurre por los riachuelos y corre por los ríos no es apenas agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, ustedes deberán recordar que ella es sagrada, y deberán enseñar a sus niños que ella es sagrada y que cada reflejo sobre las aguas limpias de los lagos hablan de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, ustedes deberán dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. Para él una porción de tierra tiene el mismo significado que cualquier otra, pues es un forastero que llega en la noche y extrae de la tierra aquello que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga, y cuando ya la conquistó, prosigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no se preocupa. Roba de la tierra aquello que sería de sus hijos y no le importa.
La sepultura de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, a la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que puedan ser compradas, saqueadas, vendidas como carneros o adornos coloridos. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solamente un desierto.
Yo no entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un  salvaje y no comprendo.
No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera o el batir las alas de un insecto. Más tal vez sea porque soy un hombre salvaje y no comprendo. El ruido parece solamente insultar los oídos.
¿Qué resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago? Yo soy un hombre piel roja y no comprendo. El indio prefiere el suave murmullo del viento encrespando la superficie del lago, y el propio viento, limpio por una lluvia diurna o perfumado por los pinos.
El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre- todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.
Por lo tanto, vamos a meditar sobre la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.
Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios del hombre, y su compasión es igual para el hombre piel roja como para el hombre piel blanca.
La tierra es preciosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán sofocados por sus propios desechos.
Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.
Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar.
¿Qué ha sucedido con el bosque espeso? Desapareció.
¿Qué ha sucedido con el águila? Desapareció.
La vida ha terminado. Ahora empieza la supervivencia.
FIN

“... os aseguro que el que no entra por la puerta del corral de las cabras, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido...” (Jn. 10, 1-10). / “... ¿quién hay como las fieras?... le dieron autoridad...” (Ap. 13, 1-18). / “... cuando yo digo Paz, ellos dicen Guerra...” (salmo 119).

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