miércoles, 13 de abril de 2016

tal

Tal vez quiso decir esto, y le salió lo otro...
... que el del ente insular, en el XI seminario internacional de comarcas sostenibles, celebrado la semana pasada en santa Lucía, sobre el futuro que nos aguarda de seguir consumiendo energía fósiles, las cabras se morirán de hambre (a no ser que las maten antes los andaluces).
Y a tal fin, un tal Arvín Solheim, nos asombró con la catástrofe que se nos echa encima, a no ser hagamos lo que se pretendió en Agüimes en tiempos atrás, porque los de arriba, están implicados en negocios de empresas del ramo; y con esto dicho los de sur alcaldados brincaban de gozo y alegría por la cita referencial, de modelo a seguir, que felicitados por la ONU, la cosa se debe expandir por toda la isla y por las otras; ¡toma modelo a imitar! Pues como hagan lo mismo con las cabras, ¡estamos apañados (de apañar, ¡digo!)! Ha reanudado el viejo pleito insular, con un nuevo insularismo casposo sin cagarrutas de por medio, todo más limpio, como se sabe o se puede deducir, y anda liado con repartos de euros, que se vuelven locos a ver a quién más le toca. Y que hay que cambear -como dice mi cuñado- la cosa de las elecciones (¿y volverá a salir él?; sí, por la puerta de atrás, porque si no, nos deja sin una cabra). Total que el eco-isla supone el sacrificio de las cabritas, cabrones y baifos. Sin cabras, cabrá un cambio económico más mejor, más limpio. Y así, los tres del sur, en contra del cemento, solo piensan en plantar y reforestar, aunque sean cedros del Líbano, allá arriba en el Macizo del Noroeste, donde la lluvia generosa regará -sin tener en cuenta el cambio climático-, porque los aires (los vientos) vienen de Tenerife, las nubes, el agua... Y dice que el turismo así, irá por los campos, aunque no prueben la leche de cabra, sino comiendo sabinos y piñones de pinos, ¡claro!, que protegiendo la agricultura de retamas y beroles, también de tabaibas, lo vamos a pasar muy ricamente, y así desaparece la pobreza, porque con leche de tabaibas, ¿para qué queremos la de cabras, que además se comen todo lo que trincan? Que, sin las cabras se protege el territorio que ofertaremos al turismo mundial, aunque no le demos nada producido en la tierra, entregada totalmente a endemismos y a lo autóctono. Turismo que da trabajo de sobra y aquí, no hay paro. ¡Y nada!, que la energía venga del cielo: viento, aire, tormentas, rayos, relámpagos, aguas, nieblas, etc., ¡siempre y cuando el hombre coja la jose (la hoz) y el arado!, y vuelva con la yunta de vacas, que si no, ¡naranjas de la china! Y que aprendan e imiten los 18 ajuntas y mientos restantes de los tres magníficos, o los tres del sur. Y para que todo sea sano, comamos leche en polvo o -el que se atreva- de cardón. Pues, política es escuchar al pueblo, y por eso hemos dejado de matar a tiros a las cabras; pueblo, que dejarán de apoyar a los que van contra la Historia y la tradición. Que de conservar: ¡nada!, y de progresar: ¡todo (bonito lema, pero ineficaz)! Y que no aceptamos lecciones de nadie porque es que semos sabios, y “nuestro” proyecto, está por encima de todos, que son unos conservadores, uno conspiradores, unos sanedrines, unos ultrainsularistas, centralistas, insularistas, e hijos de cabras (cabrones y baifos y otras cabras). Y es, si además de las cabras, no nos dedicamos a lo verde (cedros, escobones, retamas, pinos, etc.), estamos perdidos, pues comemos de ellos o nos morimos de hambre. Así que energetizados, de forma limpita y renovables, salimos de ésta, Total, que estoy hecho un lío. ¡Ya!, que: con agricultura y ganadería, vamos a salir del paro, y por eso ¿las cabras?, ¡ya veremos lo que haremos con ellas, porque ensucian el campo con sus energéticas cagarrutas, que apestan y se comen los cedros!, ¡encima! Que hay que cambiar la cosa: ¡fuera las cabras!; ¡libres las serpientes o culebras!, que encantadas serán un atractivo turístico, ¡que nos darán comida, sin dar un golpe! Y dado que damos ejemplo, a ver, cuándo las otras islas imitan a ésta, y comienzan a tiro limpio a limpiar sus islas de esa materia contaminante: las cagarrutas, y lo cambiamos todo por energías limpias.
El Padre Báez, que se solidariza con las energías limpias de la institución insular, y se piensa lo de las cabras: que son unas guarras, llenándolo todo de cagarrutas, y encima comiéndose los cedros.

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