miércoles, 13 de abril de 2016

dice

Dice el del ente...
... “no soy un matacabras”. No: es, un mata mosquitos, un mata ratas, un mata insectos, un mata cigarrones, un mata nada, un mataperros, ¡eso!, un mata gatos, un mata algo, un mata ratos, un mata..., ¡todo, menos cabras! Y ello, por mor y gracia de la mala puntería de esos pobres andaluces, que le tomaron el pelo, pues dijeron -mentirosos esos peninsulares del sur de españa (como es de sobra sabido)-, que -dijeron- eran especialistas en matar cabras, y el del ente, o institución insular (también conocido como “organismo”), se lo creyó; les pagó un pastón; y aquí paz, y en el cielo gloria.
Y, se acabó la matanza, y volvió la tranquilidad en esta desgraciada isla ya sin agricultura; y la ganadería ¡por los pelos!, en un residuo. Y que no se ría uno, por no faltar al respeto, que para algo se pasó uno por tres universidades (Sevilla, Salamanca y Madrid), dicho sea de paso, sin faltar a la modestia, que según santa Teresa, la humildad es la verdad. Pues ahí queda eso.
El Padre Báez, que da las gracias al cielo, y al cabildo (también al pueblo que al cien por cien, se opuso a la matanza de cabras), por esta sabia -aunque tardía- decisión. Y ruego, por favor, al cielo y al cabildo, que no repitan dicha acción genocida, pida perdón, y pague en justicia lo que ésta le imponga.
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“... se desató una violencia persecución...” (Hch. 8, 1-8). / “... vi en la tierra una estrella caída... el Exterminador...” (Ap. 9, 1-12). / “... te llamarán Abandonada, a tu tierra Devastada...” (Is. 61, 19-62, 5). / “... ¿hasta cuándo los culpables, hasta cuándo triunfarán los culpables? Discursean  profiriendo insolencias, se jactan...” (salmo 93).

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