martes, 28 de junio de 2011

RESPETO AL PROPIO CUERPO

  
    Por supuesto, que cada uno -como dicen otros: “mi cuerpo es mío, y hago con él lo que me da la gana” (que lo correcto es hacer lo que se deba)-, y ello en el orden sexual; que aunque no es válido, uno que no lo comparte, ni lo respeta. Porque el cuerpo, es algo que se nos ha dado, y lo tengo, y debo cuidarlo, y no hacerle daño, porque en su complemento, que es el alma lo que soy y cuanto le haga al primero, le afecta al segundo (que realmente es el primero). Pero, viene esto en otro orden, porque el cuerpo, depósito que alberga al espíritu, y en decir de San Pablo, es el templo del Espíritu, debe ser cuidado, mimado y sin exceso, no darle libertinaje, sino un cierto sometimiento, para que no sea la carne, la que lo gobierne, sino la mente. Que lo que quiero decir -lo que precede son como rodeos previos- es que el cuerpo, no debe ser considerado cual un lienzo, sobre el cual pintar, dibujar, mancharlo de tinta imborrable. Y es que los hay, que pasean en cuanto el verano les afloja y reduce la ropa, mostrando dibujos en piernas, torso, brazos, cuello, y es que de un detalle, se ha pasado a llenar el cuerpo de lo más absurdo, propio de una adolescencia retrasada, que luego ha de ocultar o mostrar cien años que viva, esas figuras, imágenes y dibujos de lo más absurdo, cual si esa decoración fuera producto de una mente lúcida, porque antes, antes era cosa de legionarios, y que terminada la mili, trataban de esconder, y nunca pasaba de un corazón en silueta, unas iniciales, el amor a madre o novia, y poco más: una cruz, una silueta de sirena y de mujer, pero es que ahora, como se dice en el lenguaje popular, es una “pasada”. A un servidor, le da asco, ver esas piernas, además de afeitadas, todas dibujadas, y quien dice piernas -que es lo que se ve al llevar pantalón corto, dice- la espalda, pecho, brazos, etc. Por supuesto, que no soy quien marque moda, ni diga lo que cada uno deba hacer o no, sino que doy mi opinión, y por si esto puede hacer algún bien -al margen del que cobra por hacer dichas obras- es que estoy seguro, que al cien por cien, creo, no debe haber ni uno solo, que no se arrepienta de haberse pintado lo que se ha colocado, ya para siempre, y que mientras los gusanos o la cremación, no se lo coma, va a tener que soportar -el que lo lleva, y el que lo sufre al verlo (y que si es familiar, ha de verlo a diario)- de por vida, esos dibujos u obra de arte ordinario y bajo, que aunque quiera quitárselo no puede, y es un estigma vergonzoso y vergonzante y ello, por la simple irracionalidad, de no pensar en el tiempo. ¡Cuántos, llevan el nombre de la amada, con la que rompió y odia después, y sin embargo cargará cual un tormento de por vida! Y es que la integridad del cuerpo, pasa, por no mancharlo, ni escribir o dibujar en él; que no es un cuaderno, de donde si no estoy contento de ese dibujo, la arranco -la hoja- y la tiro, sin más. La piel, no me la puedo arrancar, ni borrar, ni cambiar, sino que salvo taparla, para ocultarlos, y en casos difícil e imposible, a no ser que se lleve guantes, jersey puesto, el pantalón hasta el calzado con calcetines, gorro o pasamontaña, y así hermético todo el santo año, por más que haga calor, para esconder eso que es fruto, de una adolescencia deformada o no formada, por precisamente adolecer o faltarle madurez. respeto al cuerpo, que es nuestra manifestación, y ya dibujó la vida una obra irrepetible y única, distinta e inmejorable en sus proporciones, su belleza, su equilibrio, su color, su parecido al padre o a la madre, como para que lo corrijamos, con unos dibujos de moda, y que pasan del mundo de mandalas, al de garabatos y revolutos que estarían  bien en la madera, pero no en la carne que nos identifica y diferencia. Me figuro, hasta el daño a sí mismo, al tener tatuada la mano, hasta las uñas, y cualquier cosa que hagas: escribir, comer, señalar, etc., siempre estarás viendo esa mano dibujada, y estar condenado a ver siempre ese cuadro, debe ser una auto-tortura. Entiendo la libertad de hacer cada uno lo que quiera, es algo que no se puede condenar; simplemente, me pregunto si es libre el que hace eso, o si falto de libertad, es un esclavo, y más un “objeto” pensado, que no tiene madurez, ni personalidad, sino una cierta rebeldía y autoafirmación un tanto equivocada. Porque de dibujar o pintar, ¡mira que hay papeles y telas!, pero tirar del mismo cuerpo, cual si soporte fuera para manchar lo mejor que tengo, pues soy otra cosa o esencia.
    El Padre Báez, que piensa, en la pena que deben cumplir sin remisión posible, porque es pena perpetua esa auto-sentencia carcelaria, donde el cuerpo queda preso de por vida, y entonces, ¿dónde la libertad? Respuesta: el que lo tenga limpio, y haya dibujado o pintado en marcos de tela, paredes, papeles, etc.

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