domingo, 19 de junio de 2011

PARA ABRIR PUERTAS...

  
 
    Si estoy equivocado, por favor, que alguien me corrija, ¡y se lo agradeceré!: tengo para mí (un servidor), que un celador, en un hospital, es alguien que está detrás de la puerta, en un mostrador, y que te indica algo si le preguntas. Pues, que dicho lo dicho, asombrado me quedé, para cuando me enteré que para este menester se presentan 47 (el año que nací), no 47, sino 47.000 individuos -dícese personas- para un trabajo tan servil y humilde, como para lo señalado al comienzo. Pero, la cosa es, que no es uno el que falta para tal arriesgada función, es que hay en oferta, la friolera de 413 plazas (¡pues sí que hay puertas que abrir!), que la cosa esa pasa por un examen, para averiguar, quién lo hace mejor, dejando pasar sin obstaculizar, saludar, etc., al que pretenda entrar, que la cosa se pone de verdadera competición, cuando el examen, en día de Fiesta, por tanto día de descanso por ser precepto: ¡mal comienzo!, y algunos por mor de ir antes a Misa van a llegar tarde al examen, que ya es mala suerte y todo sea por el dichoso 13, del cuatrocientos ese (413), y es que, la cosa de la salud, pasa por tener no tantos buenos médicos y médicos para todo, sino quienes abran las puertas en los hospitales y clínicas y demás casas o cosas del servicio canario de salud o de la salud. La verdad, que ignorante uno de tanto, no sabe qué se estudia, ni dónde, para ser un buen celador, Pero esto, no es lo más grave, lo grave es que la cosa esta del concurso, va a ser muy reñida, y no tanto porque sean tantos los tabaiberos que concursen, es que por mor de no se qué de lo patrio y que esto es de todos los espakistaníes, van a venir de fuera multitud de aspirantes, que echarán a la calle a los carnavaleros, y ellos con ese piquito de oro y con cara de saberlas todas, se quedarán con nuestros puestos de trabajo, y los de aquí, a tomar el sol y a quedarse como pejines por el hambre; que aquí trabaja media espakistania, y cada vez menos los tabaiberos. Así que los eventuales, dejarán el puesto a los que “listos” ellos, vienen de cualquier rincón de la vieja madre patria, que nos j..., siempre y más que puede. Aquí, somos muy generosos, amamos mucho al prójimo y les cedemos el paso, para que celadores venidos -después con toda su familia- poco a poco vayan borrando cada vez más nuestras ya escasas señas de identidad. Así que los eventuales, a nuevos trabajos: sí de cuadrilla a limpiar palmeras (a plantar papa, ¡qué locura!, ¿a quién se le ocurre tal disparate? Si las plantamos nosotros irán al paro los que lo hacen para nosotros, así que mejor a vivir de la pensión del abuelo. Y mientras campeando por los pasillos de nuestros hospitales y cosas afines los que pronuncian muy bien las eses (“s”): pininsulares ellos, que los tabaiberos ensayando letras en las murgas p´al carnaval y atacar a Tenerife porque bajó en el fútbol, aunque nos quedamos en el vaivén si caíamos o no, y nos libramos por chinipas.
 
    Pero echemos cuenta con los números: que hay 47.000 aspirantes para abrir puertas en los hospitales; que las plazas de estos porteros son 413; una simple división, nos dice que para cada una plaza se presentan 111, con lo cual por cada 1 que entre se quedan fuera 110. Por otro lado, si se presentan 47.000 y solo de entre ellos se quedan plazados 413, los que quedan libres y fuera de la plaza, y por tanto van a seguir parados, son 46.587, si no me he equivocado, ¡que las matemáticas no es lo de uno! Pero sí es lo de uno, que habiendo tanto trabajo en el campo, y estando las puertas abiertas, y no haciendo falta ningún examen, p´a coger una azada y una jose, para las faenas campestres o rústicas (del latín “rus”, que significa “campo”), ¿por qué no se vuelven dando un medio giro, y le meten mano a la tierra, la que de inmediato les da un sueldo en frutos y frutas, y trabajo de inmediato? Dejo, pues, la pregunta en el aire, y me respondo: si no quieren trabajar, ¡ese es el problema!, porque trabajo hay. Pasa, que por los pasillos de los hospitales, no hace sol, ni hay que usar alpargatas, sino tacones y batas blancas (¡o verdes!). Verde es el campo, verde es la agricultura, verdes son las hortalizas, verdes la hierbas, verdes..., ¿por que tantos tras un verde, y tan pocos contra los otros al aire puro, al sol que madura, a...
 
    No se, lo dejo ahí, y piense cada cual lo que quiera.
 
    El Padre Báez, que apunta una solución al paro: las puertas del campo, no hay que abrirlas, están todas abiertas, esperando, sin examen, al que quiera tener un sueldo y ganarse el pan con el sudor -de verdad- de la frente; pero, no paseando por pasillos, o sentados detrás de un mostrador con teclado y pantalla, para abrir y cerrar unas puertas. Las del campo, están abiertas de par en par, y el que no entra, es porque no quiere, o porque le tiene miedo al medio ambiente.

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