viernes, 10 de junio de 2011

LA TIERRA DE LA ARQUEOLOGÍA CUENTA LA HISTORIA

     

    He ahí, la importancia de las excavaciones. Es tierra removida y movida, escarbada y cernida, que contiene la Historia. En este caso, la tierra, se vuelve documento. De esa y tanta tierra, que acompañaron a muertos, guardaron cerámicas y otros materiales. Casi dijéramos tierra sagrada o santa, tierra bendita, que se ha de pisar con cuidado.

    Y no es que se haya uno vuelto sensible o poeta, es la realidad: un gran respeto a la tierra que oculta yacimientos, guardiana de tesoros y sorpresas. Solo ella, conocedora de siglos; bajo ella, ¡cuánto enterrado, más allá de los muertos! ¡Esa es su nobleza! ¡Cuánto por ver la luz!, ¡cuánto por desenterrar!, ¡cuánto por descubrir! Y hay que documentar la vida de los guanches, y hay tantos niveles como siglos...

    No son suficientes los pasos dados; hay que seguir en la tarea. Hay muchos vestigios por localizar. Tenemos que descubrir la propia Historia. Nuestra Historia permanece en parte, todavía oculta. Hay que descubrir el pasado. Es posible -con la arqueología- descubrir lo inimaginado; es imprevisible.

    De hecho hay algo trazado, pero no es suficiente. Se trata de intentos, de primeros pasos..., hay mucho que recuperar. Hay sepulcros abandonados, junto a osarios en el mismo estado (Acusa, por ejemplo). Y hay, sobre todo nuevos muertos. Los descubrimientos más destacados, están por venir.Y, como dijéramos en el título, la historia por contar, sigue dormida bajo tierra.

    ¡Caballero: se nos fue la Luz!; ¡cabe esperar el Auxilio! “¡¡¡Auxilio!!!”, grita la Arqueología.
 
    El Padre Báez, que les deja ese acertijo, por si lo descifran. Solo les doy una pista: Cambio en Patrimonio. 

 

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