miércoles, 22 de junio de 2011

LO QUE DECÍAMOS...

   
   
    Lo que decíamos anteriormente, sobre los cristianos llegados en los siglos VIII y IX, se corrobora, con las costumbres y hábitos netamente cristianos que nos encontramos en pleno siglo XV, antes de la segunda evangelización, o re-evangelización. Pues, ¿en que se diferencian las harimaguadas a las religiosas o monjas del norte de África?, ¿de dónde la virtud de la pureza o castidad?, ¿de dónde el pudor y la decencia de las jóvenes guanches? Pero, lo dejamos en estas tres notas, para ahondar más adelante sobre otros temas, donde se ve nítidamente y con total claridad la influencia cristiana, en ritos, costumbres, etc. Eso sí, fue un catolicismo distinto en cuanto que la separación y distancia, lo hizo propio, si bien fiel en lo esencial.
 
    No solo trajeron la fe, sino que les acompañaban las cabras, como medio de subsistencia, pero lo más importante es que en general mantuvieron una cultura superior; fueron portadores de la agricultura y el pastoreo, mantuvieron la monogamia, también el monoteísmo, etc.
 
    Sobre la condición física (ver mi libro “Cuerpo Guanche”), no vamos a repetir lo que hasta la saciedad, un servidor ha dicho citando a los sacerdotes católicos que acompañaron a Bethencourt: Leverrier y Bontier. Nos dicen que no hay personas en el mudo más hermosas, tanto hombres como mujeres. A esto se une: gente bien hecha de proporciones clásicas, gente de brío, de  buena planta, marciales, altos, valientes, arrojados, decididos, valerosos, fuertes, de gran agilidad, alegres, de agudo entendimiento, de gran memoria, nobles, honestos, austeros, etc., etc., lo que si comparamos vemos que los guanches salían ganando respecto a los que vinieron después, a “conquistarlos” (los conquistadores, fueron conquistados).
 
    Pero, no dijimos lo más importante: tanto amaban la libertad -propio de un pueblo superior- que antes de perderla, preferían perder la vida.Y con esto, estamos dejando el perfil de lo que pudiéramos decir es el retrato o definición del guanche, que como se verá, se trata de unos seres de valores no comunes ni frecuentes, emanados como se puede deducir de un cristianismo subyacente cuando no claramente profesado.
 
    Virtudes de los guanches, que iremos poco a poco desgranando, para justificar cuanto anteriormente queda dicho. Sobresale la sobriedad o austeridad, la pobreza que enriquece y eleva a los que la poseen; en este caso, todo un pueblo, que así se convierte en gente desprendida, libre, alegre, sanos, muy religiosos (tienen más bienes de arriba, del cielo, y no tanto del suelo)...
 
    El Padre Báez, que les está diciendo, lo que jamás nadie ha dicho, por creerlo implícito, y por ello desconocido; simplemente, estamos, clarificando, y sacando de los escritos, lo que antecede y lo que está por venir (estamos comenzando).

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