viernes, 10 de junio de 2011

EL GOBIERNO EXPERTO EN HISTORIA

 
 
    Triste cuando la Real Academia de la Historia, ya no tiene libertad para exponer la verdad, sino que forzada por la política determinada del color de un Gobierno, intenta dar una visión de los hechos y personajes , según su color o ideología, que cambiando de color y de ideología ese Gobierno, someterá a revisión la anterior Historia, para imponer su visión de la misma, ¡lamentable!, que la Historia dependa de los políticos según sean o no afines al personaje, a las fechas y actuaciones y más aún el encasillado y catapultado de los mismos, desde su ángulo estrecho y privado y no el amplio y universal.
 
    Viene esto a cuento, porque un Ministro (ministro) exige que la Academia se ajuste a su visión, y no a los de la verdad. ¡Vaya Historia, convertida en historieta! El susodicho, pide se rectifique y se mienta sobre los personajes y sus obras y el calificativo de las mismas y del mismo. Que por su parte diputados hay, que quieren igualmente prostituir a la Historia, porque desde su extrema posición, los hechos son como ellos los cuentan y el personaje denostado o ensalzado, según su ideología contraria (¡vamos como cuando un ateo o sectario habla con un creyente o de la fe!).
 
    Parece no es suficiente el doble visionado de los hechos contradictorio y solo igualado en fechas y nombre, pero con interpretaciones frontalmente  contradictorias e irreconciliables, no fuera suficiente en la vox pópulis, que ambas visiones deben subir al Diccionario, tergiversando y cambiando al personaje real por uno  ficticio salido del odio o de la pasión. Y ello, sin caer en la idea de que la Historia, para que sea Historia debe ser imparcial y contar la verdad aunque a algunos no le guste; de lo contrario será historia y como tal, sin interés por falsa y errónea.
 
    Por tanto, la Historia ha de ser caverna, porque no cambia con modismos o épocas, sino fiel a los hechos y a la verdad del personaje. La historia, ni es democrática, ni monárquica o republicana: es Historia. Otra cosa es la Historia de los distintos regímenes políticos, pero éstos no pueden ser impuestos a los protagonistas de la Historia. No se debe borrar la Historia, ni cambiarla, ni desaparecerla. Es lo que se hace, se ha hecho y quieren seguir haciendo. La Historia no obedece a nadie, solo a la verdad.
 
    Por supuesto que en un Diccionario de la Historia pueden haber insultos, cuando a un personaje o hecho se le desfigura y cambia, que es lo que pretenden: que la Real Academia, de marcha a atrás, y presente a personajes de ficción, y cuente el asunto como lo vieron ellos desde lados contrarios. Políticos corruptos, que quieren corromper a la mismísima Historia, haciéndole decir lo contrario a lo sucedido, y ello, porque a mí no me gusta, independientemente de la realidad o realismo (verdad).
 
    No se olvide, que sin los datos, la Historia no tienen base. Por tanto éstos han de ser documentos fosilizados, no admisible se reblandezca a caprichos o posicionamientos contrarios. La Historia, cual bunker del pasado debe ser inamovible en los datos y hechos o documentos. La Historia se mueve entre el rigor, la objetividad, análisis, etc. Seguro que Chaves de Venezuela, escribirá la verdadera historia (?). No corresponde al político dar lecciones de Historia, porque será su visión. Nadie debe intervenir en la Historia, sino como el cirujano en una operación, salvo el titulado y profesional.
 
    La Real Academia, vale, mientras sea independiente, y no haga caso a mensajes políticos que quieran arrimar la sardina a su ascua. Un político, salvo que sea Historiador, no debe inmiscuirse en asuntos que no son de su incumbencia. No se moderniza la Academia, salvo el edificio. Lo único que faltaba es que el Gobierno censure dictatorialmente a la Academia, y caiga en lo que quiere corregir. No se prive de libertad a los de la Academia, al margen de sus currículos. Más aún, la Academia debe hacer oídos sordos a estas intromisiones políticas en su cometido.
 
    El Padre Báez, que recuerda lo de: “nunca llueve a gusto de todos”, pues hay que recoger lo que nos digan los expertos, y ¡a callar! 

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