viernes, 17 de junio de 2011

¿CÓMO VIVÍAN LOS CANARII, EN SU NUEVA “CANARIAS”?

   
 
    Fueron los hombres más felices del mundo; tenían libertad y comida, un buen gobierno y espiritualidad; vivían en paz y alegría; la tierra y el mar, les proporcionaba de todo: casa, cobijo, comida (pesca, higos, leche, carne, fruta, etc.); tenían trabajo y se ejercitaban en un medio accidentado, que les daba fortaleza y agilidad; respetaban a los ancianos, y aún muertos, los veneraban; eran dueños y señores de un territorio virgen que adaptaban a sus gustos y necesidades; nada envidiaban del exterior, y tanto, que solo pensar podían perder su forma de vida, preferían despeñarse y entregarse en las manos de Dios...
 
    Se reunían en tagoror; tenían algo así como un parlamento o cortes (Sábor), donde estaban todos representados: había un respeto sagrado por lo ajeno, ya fueran personas, animales o cosas... ¡Nunca hubo un pueblo más feliz, ni más libre! Fueron previsores, por si las cosechas o años eran malos, y sus graneros son una joya de arquitectura mundial...
 
    Sus encajes con vegetales, son de tal finura y belleza, que parece imposible tanta aritmética en ellos, a base de juncos y otras hierbas. Sus cuevas y casas cruciformes, son de una belleza increíbles y de una perfección en la ejecución, que raya lo inverosímil. La educación delegada en las harimaguadas, no tenían que envidiar nada al presente. La actividad religiosa (ofrendas, ritos, ceremonias, oración, sacramentos, sacerdocio, templos, etc.; es algo que sorprende gratamente, ver lo bien organizado que lo tenían todo...
 
    Todo era, un remanso de paz, donde la naturaleza con su clima, vegetación, paisajes, estrellas, viento, etc., daba una vida serena y placentera. Desconocían el odio, la venganza, la maldad, la guerra..., es acogedor, hospitalario, bueno, generoso, comparte, ayuda, etc.
   
    Si esto no era un paraíso, ellos lo convirtieron en un paraíso, donde reinaba la alegría, la paz, el bien. Lo tenían todo; nada les faltaba. Solo les quedaba algo de añoranza: soñaban a veces con sus antepasados, y en sueños, se veían en el desierto, con los suyos...
 
    El Padre Báez, que retrocede en el tiempo, para ponerse en el de los canarii, llegados a las islas. Tan bien estaban aquí, que ninguno regresó a su lugar de origen, ni a ninguno se le ocurrió salir, y ni mucho menos aceptar una forma y manera distinta de vivir, a pesar de los avances propios de aquellos tiempos; y la mayor desgracia le eran: ser esclavizados, y por tanto sacados de este, su mundo.
 
    PD.- Esa paz, tranquilidad y serenidad, fue perturbada a finales del siglo XIV, y durante todo el siglo XV...
 

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