jueves, 30 de junio de 2011

EL VERDADERO ARQUEÓLOGO

 
    El verdadero arqueólogo, es aquel que sin ser adivino o brujo, lo intuye, lo deduce, y así sabe dónde hay material arqueológico, por las mil señas que hay en los posibles yacimientos. Saben además, que esas piezas diseminadas, son como palabras o frases con las que componer la Historia del ayer, por eso nada desprecia y a todo presta atención, por más que no sea sino un insignificante trozo de cerámica, que es portadora de otras mayores noticias y restos.
 
    Se trata, no ser un profesional frío y cumplidor, sino un vocacionado que ame a la Historia y quiera completarla, al analizar el menor detalle o prueba de resto alguno. Que no se descubre al azar, sino de tarde en tarde algo; y se ha de buscar, pues hay señales y avisos, testigos y sombras, que son premoniciones.
 
    Se recuerde, que tenemos entre manos, cuando hay restos arqueológicos, las propias raíces, la inteligencia, el ayer, y desde el pasado fraguar el presente y el futuro; pues nos une la misma esencia: la identidad; pues somos idénticos, los mismos, alargados en el tiempo, y en ello la canariedad, nuestras notas distintivas y originales.
 
    Por todo ello -y más- todo esfuerzo es poco, si se trata de ayudar y proteger nuestro patrimonio, indagando más en el mismo, y no quedarnos con lo descubierto, e ir a más. Para ello, las autoridades deben implicarse con las partidas presupuestarias mejores y primeras. Es, lo que nos hace pueblo o nación. Es la base y andar en los cimientos. Hay que  tener un mayor interés por nuestro pasado, que tanto pudiera influir en el presente si lo tenemos en cuenta. Y es esto, lo que prioritariamente debemos pasar a la juventud, en lugar de ignorarlo y esconderlo todo.
 
    Es, una ciencia ésta (la arqueología), que nos pone frente a nuestros antepasados, de los que tenemos los mismos genes y son el presente ellos mismos (nosotros); estamos unidos ellos y nosotros: somos los mismos (repito). Se trata de nuestra cultura, y sin ella, no seríamos nadie, o nada. Pues, ¿cuántos no siguen viviendo en sus mismas cuevas (aunque ampliadas)?
 
    Nos debemos relacionar más con el pasado, que con el presente; de cara a nuestro futuro como pueblo o nación (repito). Y así, poder relacionarnos con los otros pueblos, con identidad y señales propias y distintas.
 
    El padre Báez, que intenta pasar a las nuevas generaciones, esta pasión por el pasado, la Historia, la arqueología, el patrimonio, los yacimientos, y no huir de lo que debe ser lo primero y más importante (después de Dios), en nuestras vidas: la cultura propia.   


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