domingo, 8 de mayo de 2016

yo también

Yo también (un servidor), quiero ser un hombre-cabra...
... ya los hay con ese apodo, o sobrenombre, que no es el caso; quiero ser como Thomas Thwaitetes, el buen hombre, que cansado de su joven vida de 34 tan frenética –diseñador gráfico de Londres- decidió convertirse en cabra y se echó al monte con ellas, donde con sus hermanas cabras anda pastando.
Desanimado, triste, deprimido ante las dificultades por el maldito dinero, viendo la felicidad del perro de un su amigo, feliz, de ser perro, optó por ser cabra, y obtener los mismos o mejores beneficios de las cabras, y allá que se fue a un rebaño, se mezcló en su nueva “comunidad”, donde pasar unas vacaciones disfrutando de balidos y otros usos y costumbres caprinos, donde encontrar la felicidad que estas caprinas disfrutan (siempre y cuando no hayan andaluces de Granada, pagados por el cabildo para acabar con ellas), que ¡dicho y hecho! Después de un periodo de reciclaje por parte de una fundación (¡ya la tuviéramos también nosotros aquí [la Wellcome Trust]), y aunque lo pensó, el implantarse un estómago al uso como el de las cabras, y así meterle el diete a toda hierba (menos a los endemismos), desistió no le fuera a perjudicar gravemente en su salud vegetariana con exclusividad y evitar las cagarrutas, porque al fin seguir considerando su dignidad de humano, que no renunció a un tratamiento de estimulación magnética transcraneal, para dejar de hablar y cambiar su cerebro como el de una cabra; que antes de irse a los Alpes con las cabras, convertido él en cabra, se preparó en anatomía caprina disecando una cabra; que, por supuesto, dejó de caminar como los bípedos, y lo hizo en adelante a cuatro patas, si bien con algún artilugio para las “patas” delanteras y así nivelar la horizontalidad del cuerpo asemejándose lo más a las cornúpetas (¡ojo, que las hay mochas!), que, como primer resultado o conclusión -entre muchas otras- no, no es fácil la vida a cuatro patas, como es lógico y comprobable por todo aquel que lo intente, ¡bueno verdad de perogrullo); que lo que jode (con perdón) cantidad, es echar el peso del cuerpo sobre las “patas” delanteras, pues la naturaleza no nos hizo cabras. Y, en este sentido, imitando a las cabras en su andar, le fue mucho más fácil ascender o subir, por razones obvias. Experimentó (¡qué gozada!) el silencio de los montes y de los riscos, aquello le resultó emocionante. Por supuesto, el experimento puede valer para concluir lo que significa ponerse en el papel de los otros, a pesar de la diferencia, pero válido científicamente, pues al fin y al cabo, somos animales (y a veces no tan racionales, como lo vemos en el cabildo a dos que en lugar de imitarlas, las matan); que, el amigo Thomas, con ese apellidito, escribió un libro (¡y es que no es para menos), que lleva por título -traducido- “El hombre-cabra: unas vacaciones de la humanidad”, libro, que si usted lo adquiere podrá ampliar lo que aquí les he resumido. Pero, repito: también un servidor, quiere -quiero- ser un hombre-cabra, aunque corro el riesgo de un tiro, por parte del cabildo, ¡seguro se darían gusto en ello y placer, dejarían de criticarles y denunciarles. Nota, nuestro amigo inglés, pensó imitar antes a un elefante, pero se dio cuenta que como ellos se podía volver loco, ¡seguro, en Inglaterra, las cabras -como aquí-, no se vuelven locas, al menos la canción así lo dice: “cabra loca, cabra loca...”
El Padre Báez, que agradece a su gran amigo Don Jacinto Suárez de Valsequillo, él muy cerca de Tecén, que me llama y me dice busque en google este nombre y apellido, que me lo deletrea. Pasa, que si un servidor se convirtiera cabra, y si van y me confunden los andaluces con una cabra de verdad, ¿cuál sería mi suerte, dejarme herido o me matarían cual cabra- a las que ellos odian, si razón y sin motivo (me refiero al cabildo tripartido o tripartito que los apoya)?
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La Provincia echándole un cabo al tripartito matacabras. Así minimizan la acción genocida del cabildo matacabras asociado a tres. Usted, vóteles, que son inocentes, hermanitas de las pobres desamparadas cabras:
Los alcaldes no atajan las cabras
El ganado suelto provoca daños a los cultivos y la biodiversidad por el desinterés de los ayuntamientos
antonio cabrera 07.05.2016 | 22:12
Los alcaldes no atajan las cabras
Las cabras continúan campando a sus anchas por todo el territorio de Fuerteventura, sin ningún tipo de...
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Nota.- ¡Otros que se suman a la guerra contra las inocentes cabritas de Dios!
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“... reposaban en los apriscos... en montañas altísimas... en montañas escarpadas...” (salmo 67).

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