Como, de lo que les doy de
comer...
... y toda vez no puedo tener una cabra, porque aparte
de los catorce (14) libros de registros de todas las incidencias con la cabra (o
cabras, porque dos no balan), y aparte la vecindad y la exclusión de terrenos
donde poder tener una cabra (antes hasta en las azoteas de la cuidad [ahora un
kilómetro de vivienda alguna, y siempre no sea en zona de prohibición de tener
cabras, pues lo tienen dibujado en el mapa]),
que al no poder tener cabras, pues
que tengo tres gallinas (¡y un gallo, que alegra la vida y evoca tiempos de
infancia y juventud, y que gracias a Dios no molesta a los vecinos, y ello con
tenerlos contiguos, pared con pared, que los he callado con un cartón de huevos,
de huevos ecológicos!), y ello, porque a falta de una cabra -como acabo de
decir- cojo todos los Domingos un jase (un haz, dicho finamente), de hierba,
que se la reparto durante la semana a mis cuatros gallináceos, y por añadidura,
el agua y el millo (comprado; y, ¡sabe Dios desde dónde!), que con agua y con
sobrantes de mis propias comidas, y siendo tres la ponedoras, no falla a diario
al menos dos, son los que un día sancochados y al otro frito, hacen la delicias
de mi mesa, sabiendo no vienen de granjas de fuera, y que éstas disponen de por
lo menos quince metros cuadrados de tierra que escarban a diario, donde se
revuelcan y son más que felices, pues no habría sino observar al galante gallo,
que no prueba los trocitos de queso, de las cáscaras del mismo, si antes las
“sus hembras no han quedado satisfechas” y así con todo, ellas con el pico bajo,
y él con la cresta siempre alzada en medio con su clásico llamado de
cú-cú-cu´..., y hace sus delicias pisándolas; y, ¡como se sacuden (ellas y él)
después del apareamiento abusador y constante!, ¡Dios, qué obseso sexual el
dichoso gallo, de colores que es un primor, y su canto, a todas las horas ya sea
de día como de noche, llueva o no!
El Padre Báez, de vez en cuando dando a conocer datos
insignificantes de su biografía, que aunque a nadie interesa y carecen de
importancia alguna, alguna vez se relaja de las cabras, sin olvidarlas, pues
preferiría sus balidos mil veces más que los kirikikíes del gallo y cacareos de
sus tres amantes (aunque son compatibles cabras y gallinas, pero...), pero ya
que no me dejan tener una cabra -como a ningún campesino que se precie, salvo
que las tengan a escondidas, y hasta que un mal vecino lo denuncie-. ¡A esto
hemos llegado, y peores cosas están por ver! ¡Ya lo veremos, si Dios no nos
quita la vida antes (que es un decir: nos la quitamos nosotros! Ponga unas
gallinas en su vida, y esta se alargará, ¡como Dios que está en el
Cielo!
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Toda vez llego cansado del salón de actos de
Magisterio-Campus del Obelisco-ULPGC de las
(hoy la primera) sobre Biodiversidad y especies invasoras en Canarias,
donde saludé al Sr. Morales (presidente del cabildo), y al Sr. Brito, su
consejero y segundo de a bordo, que ambos con Manuel Nogales y Pedro Sosa,
presentaron las mismas, y pasamos a sendas ponencias: ¿Qué es la biodiversidad?
¿Por qué es importante? Dimensiones
económicas de la biodiversidad, respectivamente por Juli Caujapé, José
María Fernández Palacios y Carmelo León; Especies invasoras, conceptos generales
en islas y principales especies invasoras en Canarias, por Antonio Martín; La
culebra real de California en Gran Canaria, por Ramón Gallo; Gatos asilvestrados
en Canarias, por Félix M. Medina; La ardilla moruna en Fuerteventura, por Marta
López; El efecto de los conejos, por Juana Mª González, y Arruis, muflones,
cabras y ovejas salvajes: impactos sobre la biodiversidad, digo, que lo dejo
para mañana, pues he tomado buena nota, tuve tres intervenciones, y les
informaré después de lo de mañana:
Legislación sobre especies invasoras en Canarias (Juan L. Rodríguez Luengo); Las
cabras asilvestradas en Gran Canaria (Gustavo Viera), y Debate:
Control/erradicación de las especies invasoras: motivos de la controversia
(Pedro Toledo, Juan Capote, Aurelio Martín y Kahina
Santana).
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“... estad
alerta... resistidle...” ( 1P. 5,
8-9).
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