Este, es otro “idioma”...
... el de los pastores, ya sean de cabras, como de
ovejas, que acabándose con ellas -y en ello está el cabildo- perdemos esta rica
forma de hablar, un patrimonio pastoril, de inmensa riqueza y de valor
etnográfico (aparte del literario o lingüístico de inmedible valor). Perdemos la
ganadería, y perdemos esencia, cultura, tradición, etc., etc.
Y todo, gracias al
cabildo contrario al sector primario, pues roba campos de cultivo y de pastoreo,
para plantar -incluso en macizos- basuras (en decir de los pastores), que no
pegan (no pegan porque no prenden, y no pega porque no es lo propio según qué
terrenos). Y así, un pequeño ejemplo de una conversación con un pastor, entre
los que había tres capitalinos, y no cogieron ni una, ¡es que no se enteraban de
nada! Así hablaba el pastor: “...el macho se empenica..., y tumba ansina
y emprecipia... y espeluznó, hasta que se revienta el payo, lambiando..., y se
entalisca...”, y ¿para qué seguir? Es esa nuestra riqueza, es nuestro
patrimonio, es nuestro saber, que en lugar de preservarlo, se le está -junto con
las cabras- matando a rifles. Y el cabildo culpable de este más que triple
genocidio: el de las cabras, el del habla, el de nuestra cultura... Pena, no
haya quien gobierne desde los que ansina hablan, para que todo siga
como siempre, manteniendo más allá de las cabras, cuanto a ellas les es
contiguo. Lástima de la muerte -más allá de las cabras- de tanto y tanto, y que
desde la soberbia del poder, se termine con tanto saber. Saber, que en manos y
cerebro de quienes no han pasado por la escuela, instituto, academia o
universidad, se les exige conocimientos de administrativos para tener una cabra,
con distintos libros de registros (razones por las que muchos están dejando la
profesión, justo lo que persigue el cabildo), donde anotar quienes no saben ni
firmar, sino con el pulgar, pero se las sabe todas, y de cuyos saberes acaban
con ellos -el cabildo-, y con ellos tanto y tanto. Por eso al menos, recojamos
esos términos, y grabemos esas conversaciones, para que al menos queden
constancias de un ayer con el que el cabildo acaba, en lugar de proteger.
Protegen plantas endémicas que no existen, matan para ello a cabras y de paso a
pastores, y le sigue toda su ancestral cultura, que procede de más de 2.300
años, desde los guanches primeros...
... el Padre Báez, que contempla tanta muerte a su
alrededor, nos solo de las cabras, sino la muerte de todo aquello que con ellas
se relaciona. Pena de presente, que no valora el pasado y nada trasmite al
futuro. Pena de los forajidos, de los facinerosos -por tratarlos con delicadeza
y finura (la que no se merecen) que han entrado en el cabildo y acaban con
todo.
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“... esperamos
una tierra nueva donde habite la justicia...” (2Pe. 3, 12-15a.
17-18). / “... la soberbia del impío oprime al
infeliz y lo enreda en las intriga que ha tramado... están llenos de engaños y
de fraudes... oprimen... asechan... espían... con violencia caen sobre el
indefenso... (salmo 9 B). / “... merodean para chupar como sanguijuelas
sangre humana...” (salmo 11).
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