Engordamos perros, que cuando cuidaban
cabras...
... estaban ágiles, rápidos, veloces, ladraban,
controlaban el ganado, lo guiaban, lo cuidaban, eran los brazos del pastor, y
con solo el tiro de una piedra, o: “¡perro por allí!”, el perro
obedecía, el perro, en función de las cabras. Toda vez ya cabras no quedan, van
a menos cada vez más, cada vez más, menos cabras, y las libres a tiro andaluz de
Granada, con dinero tuyo y mío, digo, que:
cuando ya no hay cabras -quedan
endémicas, unas pocas- va y viene el papá cabildo, y se carga el patrimonio
genético de la única y mejor cabra del planeta, y digo planeta, porque nos
quedaremos a este paso con las cabrillas, un grupo de estrellas, o nebulosa, que
llevan ese nombre, porque hace en el firmamento o cielo profano, allí, junto el
arado y otras referencias a la agricultura y la ganadería, tenemos en el
firmamento, pero lo que es aquí, en el suelo, en esta miserable tierra, mientras
la gobiernen los tres -y que espero reciban en las urnas los palos que se
merecen, o que se han buscado y ganado-, y esperemos para cuando acabe el
mandato dictatorial que ejercen, todavía queden unas pocas y poco a poco podamos
regenerar y restablecer, lo que por milagro de Dios, estos cabrones -me refiero
a los machos de las cabras- puedan tener sus cabras con las que parearse, y
volver a tener cabras por los riscos, que es donde Dios las puso por instinto
desde la Creación del Mundo (perdón a los ateos, ellos creen en la casualidad),
que cabras en el mundo siempre han habido y su mundo son los macizos, para que
en lo llano, y en la tierra, sin tosca ni riscos, se planten y crezcan los
endemismos.
El Padre Báez, que ama a los perros, como san Francisco
de Asís al hermano lobo, pero cuidando de una finca, de un enfermo, de lo que
sea, pero lo mejor y lo propio: cuidando cabras; pero, cuando el cabildo las
matan, los pobres perros a engordar como cochinos; los he visto, que se fatigan
al caminar y cada dos por tres se paran para jadeando reponerse y seguir dando
algunos pasos, y a comer a los veterinarios, pues si no curan cabras tendrán que
dedicarse a los canes, es decir a los perros, a la
perralla.
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Mi correo a Saúl después de su visita sorpresa este
mediodía, y regalo; venía de correr en bici de un concurso en Telde, con el
número 5 en su camiseta; él es el chico de Moya, con 13 años, cuatro
cabras...:
Saúl, pocas veces he almorzado tan a gusto, pensando
eran papas de tu cosecha, ¡y qué ricas estaban fritas, con dos huevos de los que
me regalaste! Gracias muy de corazón. Conste, me alegró mucho verte y no solo
como mi
gran pequeño pastor, sino que también eres un buen deportista. Felicidades
por ello, y nuevamente gracias muy de corazón. Saludos a tus padres, hermano y
abuelo; también a tus amigos. Y no dejes nunca la agricultura, la ganadería y el
deporte. No te olvides eres un referente para otros chicos; son muchos los que
me preguntan por ti, eres para ellos un modelo a seguir. Y a ver si en verano
volvemos -cuando tus cabras den crías- a hacer otro programa contigo.
¡Prometido! Un abrazo, y sabes te quiero como si fueras el hijo que no tengo,
que de haberlo tenido me hubiera gustado fuera como tú: amante de las cabras, de
la agricultura y buen deportista, que aunque no triunfes en ello, lo importante
es practicar deporte, que es salud.
“... se
encolerizaron las gentes... pequeños y grandes... han arruinado la
tierra...” (Ap. 11, 17-18; 12, 10b-12a). / “... ¿hasta cuándo nos ultrajarán amando la
falsedad y buscando el engaño?...” (salmo
4).
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