ojo, que...

¡Ojo, que se van a matar algunos...

... de los de los palos (el que avisa no es traidor)!, con sus saltos o brincos, mal imitando con descensos a los pastores de otros tiempos (los guanches), que los utilizaban como medio de transporte y no es que se subieran a ellos a lo caballito con una caña entre las piernas, sino dando saltos hacia adelante, pues que estos enjurriados, van a apañar cabras, pues como no lo hagan al estilo rejoneador, atravesando con los palos, y si es que no terminan en punta, no cogen ni una. Porque si con lazos, me los tiran al arrastrar por ellos, y  a palos, a no ser que las golpeen tanto que las muelan (a palo), no hay forma (que tampoco se dejan) de apañarlas.

Y, como se mate alguno, -¡más que seguro- hay corresponsables al darles la oportunidad de un absurdo, por parte del cabildo; ya que fallida la posibilidad de apañarlas siendo ganadero registrado, con registro de seguro, más registro de coche o camión adecuado, más no sé cuántas tonterías más (para que no apañaran ningún), digo que fallida esa, la otra y las más que venga, dejen tranquilas y en paz a las cabras, que a nadie molestan, y ni hay endemismo alguno que preservar de ellas, ¡A ellas, sí que habría que preservarlas, toda vez cada vez quedan menos!, al tiempo que somos más; fragrante contradicción! Dejen los palos quietos, y salven sus vidas, no las pongan en riesgos frente a unas cabras que son como becerros, y habría primero que comer mucho gofio, leche de cabra con gofio jalado, para hacer frente a una cabra libre, porque es cosa más bien de salvajes (y no las cabras) de ir hacia ellas a apañarlas con este absurdo método de a palos, pues como no sea  a garrotazo limpio, ¡y siempre que las cabras se dejen!, no van a coger -repito- ni una, por eso, por enésima vez, ¡o más!, dejen las cabras tranquilas, déjenlas donde están, que ahí han estado siempre, que donde están ellas no existe endemismo alguno, que eso es mentira. Y los de los palaos, pues ya tienen al foto con el consejero, ¿qué más quieren?, ¿el entierro de alguno de ellos por meterse por esos riscos a encontrase con una cabra?, ¡que las dejen en paz! Que lo que les digo, no es baladí, es una premonición, ¡ya lo verán! Porque, y otra, si por arte de brujería -en la que no creo, y es un decir- o se trate de una cabra herida de cuando los granadinos, si la cogen, después ¿qué hacen con ella?, ¿cargársela a hombros?, ¿sacarla con helicóptero? Así que, si hubiera cordura en ese descerebrado cabildo, a los de los palos, los mandaban a pegar saltitos por esos desniveles de riscos de Dios, pero que no molesten y se alejen de las cabras, porque ¿hay algo peor que un cabrón en celos, defendiendo a sus cabras? ¡Ándense con sumo cuidado, si quieren mantener el pelo largo (y no va con segundas)! Que ni a palos, ni a pedradas, ni a escopetas, ni a nada, se cogen las cabras libres, hay que dejarlas, sin más riesgos para nadie ni nada, donde están. ¡No sean cabezudos!

El Padre Báez, que de cabras sabe y entiende un rato (es decir: largo y tendido, pues me crié entre ellas, y hasta que no me vine a las distintas universidades (Sevilla, Salamanca y Madrid [Filosofía, Teología e Historia]), siempre estuve con ellas, y aún después de los estudios, siempre las tuve en consideración y respeto, ¿por qué me las matan? No hay ayuda que valga para apañar las cabras libres, es que no hay que apañarlas. Ningún medio pacífico existe para coger una cabra libre. Si se acepta la ayuda de la de los palos, se es cómplice de sus accidentes o muertes (no de las cabras, sino de los que vayan a por ellas, y salgan escaldados, cuando no con los pies hacia adelante). Mal acuerdo el que le aconsejan al consejero, que como no se enteran unos ni otro, van a un juego, que es muy -pero que muy- peligroso.

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Tomen nota y asistan, si pueden, y allí nos vemos (luego le toca a Arucas, también después Mogán..., ¡y todos los Municipios! A ver si se enteran en el cabildo y también se hacen amigos de las cabras, como el ajunta de su mismo color (Telde):