jueves, 5 de mayo de 2016

si protegieran...

Si protegieran las cabras, en lugar de matarlas...
... tendríamos en el miramiento de las mismas o avistamientos, a los turistas y a los naturales disfrutando de un espectáculo único y exclusivo. Como cuando se visita un zoo para ver animales exóticos, raros o de otros lugares.
Las cabras, están llamadas a ser mostradas en los parques de animales o zoológicos, cuando debieran disfrutarlas al natural en su propio mundo, en su ambiente, y más cuando las van a exterminar, y una razón para no hacerlo es esta idea que expongo, y que por cierto no es de un servidor sino de muchas otras voces, que las salvan de los tiros aportando esta idea; verlas pasar con el macho o cabrón que las guían, con los baifitos retozando y dando brincos, es todo un espectáculo inenarrable, oír sus balidos,  al macho abubiando, que daría mucha distracción y placer, y no dejaría hasta de ser una oferta turística más; pues, ¿y no van de safari por el mundo con la sola idea de ver a los animales del lugar? ¿Por qué no ofertar a los turistas el visionado espectacular de nuestras cabras libres por el Macizo, y más allá del sol y playa, ofertarles unos animales únicos y excepcionales, por su elegancia y belleza? Pero, ¿cómo puede un presidente dejarse asesorar o aconsejar por quien tiene en su mente la sola sangre de cabras derramadas en riscos y laderas por tiros andaluces, y el mal olor de su putrefacción posterior en el entorno? Pasa, que protegen la flor que no existe, y desprotegen a las cabras que están y son. Un mundo al revés, todo por engañar a Bruselas y decirles mintiendo que las cabras se comen los endemismos y lo que ellos -el cabildo- van a plantar, sin ser previamente plantado y que de comérselo algo es el sol y la falta de agua ante la imposibilidad de riego alguno, salvo lo hagan con los helicópteros, los mismos que no usan para coger o apañar las cabras (que es otra manera de matarlas, a no ser sean baifos pequeños), y sí para subir a los riscos, a los plantadores y a las bolsas conteniendo los arbolitos que se van a secar sí o sí sin pegar ni uno solo, y luego dicen -ya han dicho sin suceder-: “¡se los comen las cabras libres!”, cuando la verdad, es que ni los prueban. Y de ahí la orden euro-pea, de: “¡mátenlas!”, y estos sanacas, traen rifles de Granada, ciegamente obedientes. Ya lo explicaré en Bruselas, si me ayudan a ir (el viaje, me lo pago yo).
El Padre Báez, que pide a gritos, protejan a las cabras, antes que desprotegerlas y matarlas, las salven como es grito unánime pidiendo no las maten. Hagan acaso al pueblo, que eso es democracia; no hacer caso al pueblo, eso es dictadura.

Mi respuesta a un correo de Don Pedro Toledo, lleno de halagos (de él a mi persona, y hacer en este asunto de las cabras):
Don Pedro, exagera usted un montón, y pienso debe ser cosa de su aprecio y amistad, la cual me honra tenerla. Pero -humildad aparte- considere se pasó un poco. Pienso que habrá sido para tranquilizar su conciencia sobre aquel mal entendido y críticas en contra de quienes huyen de la clerecía. No obstante sus palabras consuelan, animan, y dan impulsos para seguir en esta lucha (un servidor, hasta conseguir no peguen un tiro más, y las dejen donde están, donde siempre han estado y las protejan como endémicas que son, y no unas flores inexistentes [pues conozco muy bien el lugar]). Don Pedro, un muy cordial saludo, y a seguir en la lucha, ¡es lo que toca!, aunque estos genocidas, ahora por las elecciones, estarán calladitos, pero volverán, ¡vamos si volverán!

No hay comentarios:

Publicar un comentario