Los mitos de los pinos, no: que son
verdades...
... ¡si al menos contáramos con un periodismo
científico!, pero es que ¡ni eso!, para parar las patas al cabildo. Todos les
dicen (los medios de comunicación): “¡sí güana, sí!” Que, los efectos
negativos, sin ningún beneficio de los pinos, es una realidad como una catedral,
hay que estar ciego -o pertenecer al cabildo- para no verlos. Menos mal, que uno
-modestamente con estos escritos- motiva la controversia, y como en el asunto de
las cabras, la sociedad entera acaba por implicarse, lo cual es bueno, justo y
necesario, pues en el secretismo y silencio es como el cabildo se crece.
Y hemos
aclarado no se trata de reforestar (pues no devuelven el terreno a los bosques
naturales que teníamos), sino que se trata de plantaciones y más plantaciones, y
ello de solo y todo de pinos (350.000 ahora a Veneguera y toda
la isla después durante cuarenta años, si se lo permitimos). La isla ya casi
está en 3/4 partes llena de pinos, ¡menuda desgracia! Y en torno a ellos, una
cantidad de mentiras que hasta asombra por la ingenuidad, y hasta vergüenza da
reseñarlas. El peor, o uno de los peores efectos es la acidificación que causan
los pinos al suelo donde se hayan plantado y hasta su alcance por raíces y
sombras (y la pinocha). Bastaría un análisis del terreno, para comprobar su
acidez, si es que hay pinos en el mismo. Y pido disculpa por la terminología que
voy a utilizar, pero ya es hora hable a los “técnicos” e ingenieros en su propio
lenguaje por si lo han olvidado, quo lo de uno es la Historia y la Teología, y
sin embargo me derivo a lo que es obra de Dios, y que este cabildo se la está
cargando, que: el pino, por su propias características de formación, allá donde
esté plantado, interviene en el proceso que les es connatural, y producido por
la propia acción conjunta, que simultánea e interrelacionada, dependiendo de la
cantidad de agua o lluvia, o lo que es lo mismo la hidrolisis del aluminio y la
actividad de las raíces de los pinos, con la nitrificación y la acumulación de
materia orgánica del lugar donde esté... me resisto a seguir, que hablo y
escribo para mi gente sencilla, y hasta analfabeta o sin estudios, ¡a ellos que
los parta un rayo!, pues como bien ha dicho el amigo abogado Juan Francisco
Ramírez solo entenderían si dejáramos de comprar los miércoles para cambiar, y a
ver si asumimos eso como tarea religiosa puesto que muchos han perdido la fe, la
sustituyan por este compromiso, y obtengamos la paralización de nuevas
plantaciones y el arranque de las que están...
El Padre Báez, que al tratarse de coníferas, otra cosa
no podemos esperar sino los males conocidos y por conocer, pues el daño irá más
allá del suelo a los que aún nos mantengamos aquí, si antes no
emigramos.
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Solo me toca, a diario, agradecer el apoyo, y los ánimos
que me dan y que recibo de forma continuada, y tanto, que me cuesta y falta
tiempo, para leerlos todos, y menos para responderlos todos. Un ejemplo entre
varios cientos de ellos (y me disculpen el numerosísimo
resto):
“... gracias Padre Báez, por
ayudarnos a ver la verdad sobre los pinos. Está claro, el cabildo nos ha
engañado, y que esos “técnicos” deben ser unos zoquetes, porque si son
ingenieros forestales, ¿por qué no plantan árboles que siempre han estado aquí,
y que además nos dan comida? Repito las gracias, por abrirnos los ojos, los
mismos que nos tienen vendados -como usted dice- por el fútbol. Por favor, no
deje de seguir dándonos lecciones contra un árbol, sin beneficio alguno, y que
tanto daño hace, y sin embargo, otra cosa no nos planta. Me apunto a lo de los
miércoles, y así lo extiendo entre mi familia, vecinos, amigos y conocidos, con
gran aceptación, y he comprobado, que no han comprado algunos, ni el pan de cada
día, ¡la cosa funciona!...” (Andrés Pérez Rodríguez).
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“... se
complacen en la mentira...” (salmo 61). / “... nos ha defraudado...”
(salmo 30). / “... ¿quién podrá resistir?...”
(salmo
129).
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