domingo, 28 de agosto de 2016

graves...

Graves riesgos por la expansión de los pinos...
... es una advertencia, a la que el cabildo hace caso omiso de la misma, con las consecuencias que en un futuro -ya presente, y que va más- ocasionaría y ya están ocasionando esa expansión masiva, total y exclusiva de forestar -ellos dice reforestar- con solo y todo de pinos. Que no es ya que lo diga y repita hasta la saciedad un servidor, es que la advertencia viene de expertos-expertos, no de los mal llamados “expertos” e ingenieros del cabildo, que comprados, son la voz de su amo, no así los libres que afirman que generarán gravísimos daños en la isla.
De ahí, que los verdaderos expertos e ingenieros libres se opongan al proyecto cabildicio de extender la plantación de pinos hasta cuarenta años más, y van a por Veneguera ya con 350.000 pinos más, sin más, sin ton ni son. Y es que, una expansión forestal basada en el solo pino, esto, ya nos genera, y más que lo generará gravísimos daños en el territorio insular. Daños en primer lugar al suelo, a la tierra, con ellos la contaminación y la desaparición total del agua residual que aún nos queda; en relación con la población los daños son aún imprevisibles, con el agravante de magnificar todavía más la tragedia del cambio climático. Y no sigo en el listado de desgracias para no alarmar más por hoy, pero que seguiré -si Dios quiere- en esta línea hasta convencer al más recalcitrante defensor del absurdo y estéril pino, que pasa por no aportar absolutamente nada sino daños tras daños y más daños, que poco a poco iré exponiendo. Por supuesto, habría que escuchar a expertos reales -y no los ficticios y comprados del cabido-, que plantean  cortar ya este plan y no seguir durante cuarenta años más hasta copar o llenar la isla de solo pinos como pretende absurdamente el cabildo,  y que denuncian esta demencia o locura, sin nombre y sin precedente en ningún lugar del mundo.
El Padre Báez, que al presente, sobre estas plantaciones de monocultivo de todo y solo pinos, realizada desde hace ya sesenta años por el cabildo y que se va comiendo poco a poco hectárea tras hectárea el territorio insular, hasta llegar a ocupar en sus planes el 100 por ciento de la superficie total de la isla, no es un disparate, sino que es algo más: una tragedia sin nombre que por todos los medios debemos parar, ¡ya!, sin demora: ni un solo pino más y arrancar los plantados.
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A este fin, hay que hacer lo que me propone don Juan Francisco Ramírez, el abogado amigo, que sabiamente nos señala el camino a seguir. Pues, ¡lo andaremos! Se hará dicha convocatoria, pasado el verano, para que tenga una mayor difusión: El cierre del comercio los miércoles, y que nadie compre ni un alfiler, mientras sigan plantando pinos y no comiencen a arrancarlos.
Estimado don Fernando (Padre Báez); el presente correo es para reiterar, hasta que se dignen escuchar al pueblo soberano o ¿sobrero?, el eslogan: "NO COMPRAR, NI ABRIR COMERCIOS, LOS MIÉRCOLES"; de lo contrario, nada cambiará, jamás, por estas islas, las cuales, desde la conquista han venido siendo esquilmadas y sus pobladores ninguneados, por parte de unos pocos, en detrimento de la inmensa mayoría de un pueblo que padece el miedo, fundamentado en el síndrome, propio de todo pueblo colonizado.
En fin, cada cual es dueño de hacer lo que a su conciencia convenga o le dicte, mas hay cosas que sobrepasan el nivel individual, tal el caso de una Ley del Suelo que no se la quiere, pero que unos cuantos han decidido imponernos a todos; o el de los pinos del cabildo, en el caso de VENEGUERA; en tales casos, y algunos otros más, desafortunadamente, la fuerza de los pueblos reside en la razón de lo que es justo.
No debe olvidarse que, la política, decían los romanos, es el noble y excelso arte desarrollada por los mejores, que de manera totalmente vocacional y altruista decidían dedicar sus vidas e incluso su propio peculio, al servicio de sus respectivos conciudadanos, actuando y velando por los intereses generales de la colectividad que les encomendaban la sagrada antorcha de lo público; sin embargo, en estos tiempos de equívocos y alienados, en los cuales priman los valores económicos, sobre el valor de la honestidad y entrega a los demás; gran parte de la clase política actual, han interpretado que la política es el arte de encumbrarse sobre los hombros de aquellos a los que deberían servir. ¡Vivimos tiempos extraños, en los que triunfa la razón de la sinrazón!
Los pueblos son el principal culpable de tanta ignominia y mediocridad, pues con su actuar ponen o toleran, consciente o inconscientemente, valga el símil, que pilotos sin la titulación adecuada comanden buques; por ello, la hora de navegar en medio de la alta mar y con marejada, Dios nos asista.
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“... los plantas, y echan raíces, crecen y dan frutos... ¿hasta cuándo gemirá la tierra?... desaparece el ganado... abandonada mi casa, desechada la heredad...” (Jr 11, 18-20; 12, 1-13).

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