“¿Te has comido un
baifo?”...
... fue la pregunta-humor de Don José Domínguez,
Delegado Episcopal de Cáritas de Canarias, en reunión el día 8 -ayer- de este
mes de junio del 2016, junto al Director Don Gonzalo Marrero vice-rector que
fuera de la universidaddelaspalmasdegrancanaria, y a quien los títulos de
licenciado y de doctor, no le quitaron la fe, y que con el resto de personal
directivo de Cáritas y los distintos curas acompañantes de las Cáritas
Arciprestales, entre los que me encuentro, por parte de Telde, me lanzó la
pregunta ya dicha más arriba, como saludo, y ello, porque recibe a diario como
tantísimos miles de personas, mis dobles o más comentarios diarios sobre las
cabras.
Y no, matar un o una bayf@, no; ¡ni para comérmela, sino para que se
reproduzca libre por esos riscos solo propios de y para ellas!, que si así fuera
-lo de la reproducción- el cabildo, después iría a matarlas. Por eso, no te (o
se) coma un bayfo; cómete una culebra hecha rodajas bien aliñadas; tómate (o
tómese) un buen café con leche de tabaibas. Cómase un buen bocadillo de pinocha;
como entrante en cualquier otra comida, con pan o papas arrugadas, tómese o
cómase un poco de queso, hecho con leche de perras. Comeremos basuras traídas
del mudo entero. Nada de esta tierra, la mejor del mundo entero. Y pensar: dimos
de comer al mundo desde Oriente (Japón) a Occidente (Estados Unidos), pasando
por el centro de Europa (Inglaterra y Holanda), entre otros puntos y puertos.
Por ello: ¿comerme un bayfo?, ¡ni loco! Un bayfo comido, puede ser el padre de
muchos otros bayfos (cabras) más; ¿y comérmelo, Don José Domínguez? Repito: ¡ni
loco! Antes, me muero de hambre, que mato una cabra; eso, ¡ya lo hace el cabildo
(es decir: morales-brito, brito-morales)!
El Padre Báez, ¿comerse un bayfo?, ¡jamás! Si alguien me
invitase, ¡lo siento!, yo, de las cabras: la leche y el queso; su carne, ¡ni
loco! Antes me muero de hambre, que me como un bayfo (que puede ser hembra o
macho). A las cabras, ¿matarlas?, ¡ni para comer! Hay que dejarlas, se
reproduzcan, y no comérselas, y el que lo hiciera, ojalá se reventara de dolores
(¡es un decir!). Quien las mata, como bien sabemos -pero mal, porque las deja
heridas- es el cabildo, y no para comerlas, sino para darlas de comida a los
cuervos que no existen, pues ya se encargó en el tiempo, de también matarlos,
con veneno echado en los bidones donde depositaban restos de comida los
domingueros, y que ellos los sacaban ensuciando el
entorno.
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Uno, entre muchos miles; y muchísimos desde
Tenerife.
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“... no matarás,
y el que mate será procesado...” (Mt. 5, 20-26). / “... se consagra al exterminio...”
(Jo. 5, 13-6, 21). / “... en manos de unos ladrones...”
(de las homilías de Orígenes, presbítero,
sobre el libro de Josué). / “... de corazón obstinados...”
(salmo 80). / “... ¿lo aprueban los hombres?...”
(Rm 14, 17-19). / “... insolentes, urden engaños...”
(salmo 118). / “... hostigan y atacan, acosan y hostigan,
discuten y planean, espían y acechan, atentan... (salmo 55). / “... estamos
entre leones devoradores...” (salmo 57). / “... nuestra vocación es la
libertad...” (Ga. 5,
13-14).
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