martes, 7 de junio de 2016

cuarenta o...

Cuarenta o cincuenta años atrás...
...aquellos chiquillos, cogiéndoles las tetas, y chupando. Pues, era tanta el hambre, que a escondidas, se iban a las chozas o corrales, o allá donde estuviera la cabra, y les agarraban el ubre y a mamar. Sí señor, Así vea los ojos de Dios (perdón a los ateos, que no lo digo para fastidiarles, sino porque me sale del alma y es lo que más deseo en la vida), y no porque un servidor lo hiciera sino que el día de la trasquilá de las ovejas en Caideros, así me lo confesó, muerto de risa, el protagonista de esta Historia, que no cuento, sino realidad.
¡Vaya el cabildo y dígale, que le va a matar las cabras, las mismas que a él le mataron el hambre! Y no era él, el único que lo hacían, si bien se escondían de sus padres, él y sus otros amigos, y sin más higiene, ni limpieza, sino agarrar el ubre, trincar la teta y succionar o chupar, mamar leche calentita, la misma que los crió sanos y robustos, de lo cual hay evidencia y no hay sino que verlos: altos, fuertes, sanos, felices y alegres de recordar a las que consideran sus segundas madres, pues si de las primeras mamaron, también lo hicieron de las cabras.
El Padre Báez, que sin pretenderlo, se me acercan personas y me cuentan hechos, como el narrado, y son los que conforman media Historia de lo que antes era Canarias, venida ahora al Tabaibal, Historia ésta, la nuestra, que camina paralela a la ganadería caprina, que fueron siempre las que nos daban la leche, y con ella el mejor queso, suero, y antes beletén, etc. Y, el estribillo final de casi todos mis comentarios: y el cabildo, nos las matan. Los hay que ni lo entienden, ni lo justifican, ni admiten, ni nada, y si no díganselo a ellos, y verán lo que les dicen: “¿y por qué no los matan a ellos (al cabildo)?” Es lo que dicen, y si no, vayan y pregúnteles qué les parece el cabildo mate las cabras; te dicen, lo dicho: “¡que los maten a ellos!” Pues dicho queda, aunque no lo hagan físicamente, pero sí en al urnas mandándolos a sus casas, y ocupen sus puestos los defensores de los animales, más allá de elefantes y leones en circos, ratas, lagartos y pájaros azules (que no existen), en un agravio comparativo sin precedente.
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“... te juro, por el Señor tu Dios, que no tengo ni pan...” (1 Re. 17, 7-16). / “... no sirven más que para tirarlos...” (Mt. 5, 13-16). / “... nos ha caído encima una ola de terror... nos hemos quedado sin aliento... vayan al monte...” (Jo. 2, 1-24). / “... quieren arrebatarnos todo y pretenden nuestra ruina...” (de la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los romanos). / “... obran mal... los que obran mal son excluidos... desaparece el malvado... intrigan... hieren a pobres y humildes... asesinan... el pueblo mendigando el pan... la expulsión de los malvados...” (salmo 36). / “... hombre traidor y malvado... nos hostigan...” (salmo 42). / “... nos privan de la vida... me cortan la trama... nos acaban... nos oprimen...” (Is. 38, 10-14, 17-20). / “... nos abruman... las praderas se vacían de rebaños...” (salmo 64). / “... pusiste una herramienta en nuestras manos y nos dijiste: es tiempo de crear. Escucha al mediodía  el rumor del trabajo...” (del himno de la Hora intermedia de hoy). / “... mi esperanza... la indignación ante los malvados...” (salmo 118). / “... todos se extravían... obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo... devoran al pueblo...” (salmo 52). / “... insolentes... hombres violentos nos persiguen...” (salmo 52).

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