Lo que va de ayer a hoy...
... primero, eran novios; y la gente, cuando se casó, decían:
- “¡se lleva una joya!”
- “¡esa mujer, es un tesoro!”
- “¡eso, es un santa!”
- Etc.
Llegaba de trabajar el “maridito”, y la mujer cogía un barde, y le lavaba los pies; ¡y se los secaba! Por supuesto, le llevaba el desayuno a la tierra; y al llegar, le decía:
- “¡Mira mi hombre, arreglando la tierra...!”
Y él le decía:
- “¡Rosario, que el vecino ya tiene media cadena ará (da)!”
Pasó el tiempo, y mi buen hombre, se metió a taxista. ¡Y bien!, hasta que se jubiló, y volvió a la tierra –más bien, a los animales-, y puso unas cabras...
Antes, este caballero, se duchaba una vez por semana; ahora su mujer lo hace duchar tres veces al día; y todo, ¡porque viene de las cabras!
Siempre durmieron juntos, cumpliendo con el débito; pero, ahora, le tiene una habitación aparte, ¡en la azotea! Si viene de las cabras –como es preceptivo y lógico- tiene que dejar los zapatos, en la puerta; le dice:
- “¡Para que no me entres tierra!”
Y si por casualidad, se acuestan juntos, la mujer lo echa a empujones de la cama, hasta que lo tira al suelo...
- “¡Ahhh...!”
El Padre Báez.
PD.-
De ellos se dice o cuenta, que mientras eran solteros, todo se le iba en ir hasta donde el lunar, a tocarlo, a...; pero, que pasados algunos años de casados, y ante la indiferencia del esposo, ella, se acercaba con el lunar, y el marido, le decía:
- “¡quita allá, con esa berruga!”
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