jueves, 14 de junio de 2012

La agricultura grantabaibera

La agricultura grantabaibera:


En el gran tabaibal, ya no hay agricultura (a no ser de forma residual y testimonial). Una isla, que tiene un potencial enorme (¡el mayor del mundo, por su clima, y su tierra!), y sin embargo los políticos no hacen nada por su desarrollo, y la masa embobecida con fútbol y carnaval, no hace una revolución, para asegurarse la comida y depende para su alimentación del puerto, de sus contenedores, de sus barcos, del mundo entero, que cultiva, para nosotros. Nosotros de cigarras, cuando otros trabajan de hormigas.

El sector del campo o primario, llámese agricultura y ganadería descana en paz, en una casi muerte o letargo, del cual nadie lo despierta, y va en ello la friolera de medio siglo, de forma progresiva en línea de su desaparición y extinción. Y eso, que desde que hay noticias de estas islas, en ellas siempre se ha vivido de la agricultura y su ganadería, que daba para los insulares y para los continentes a los que exportábamos, en otros tiempos, cuando se atendía la tierra y a los animales.

Desgraciadamente, decir aquí agricultura es sinónimo de tomates y de plátanos, que sería cosa de horticultura y de frutería, bajo cuyos sectores incluyen toda la agricultura, es decir ninguna, porque no lo es ni los tomates, y menos las plátanos, que son otra cosa, aunque pertenezcan al ramo. Es decir lo han asociado de tal forma, que otra cosa no hay, salvo lo dicho y en línea descendente y a toda prisa. Es decir, el monocultivo o bi-cultivo, sin más, porque más no hay.

De entrada, hay que diversificar el asunto agrícola y añadir el ganadero, que le es a la par e inseparable; sin esto, es imposible, pueda haber desarrollo alguno en el sector, que tanto influye en la economía, que es de hecho nuestra ruina y miseria. Es decir, no se promociona la agricultura, y solo entran plagas, que acaban con todo lo verde. La isla se desertiza, a no ser de pinos, que la envenena y esteriliza. Y una vez más digamos: el cabildo va a por comprar toda la isla para echarle candados como ocurre en la enorme y gran finca de Tirma, donde en tierras de almendros e higueras, nísperos y naranjas, solo ha plantado pinos (si eso es agricultura, somos los más ricos del mundo en ella; pasa, que la pinocha no se come se la come el fuego [y dicen es colchón, para la laurisilva]).

Cada vez que piensan en el campo, los que gobiernan, es para judializarlo con leyes, normas, pintar mapas de colores, denominar esas zonas de forma ininteligible de superprotección, que solo aumentan las multas si se actúa en ellas. Todo regulado, cual si en ello nos fuera la vida, sin darse cuenta, que eliminando toda actividad en nuestra propia tierra, nos hacen dependientes al cien por cien de la importación de alimentos, y a saber cómo son cultivados, de dónde vienen, y así se da el caso –como ejemplo- que comemos limones argentinos, que pasan un mes en barco, mas otras rutas y medios de transportes, llegando más que muertos, podridos y sin valor alguno nutritivo, ya sin sabor a la mesa, con el daño consiguiente, a la par que no te dejan cultivar o plantar limoneros, salvo que queden expeditos, para que los conejos se coman sus cáscaras, y los sequen antes que dejarte defenderlos o protegerlos con una simple valla, que han regulado y estipulado la sanción o multa elevadísima de forma injusta y absurda por desproporcionada dado que no hay delito, salvo el por ellos prescrito, sin razón ni lógica.

La agricultura tabaibera y grantabaibera, casi no existe, y nadie pone ni da solución a un problema de primer orden y si plantan algo: son tabaibas y pinos de los que andamos, más que sobrados, al contarse por billones los ejemplares de unas y otros.

El Padre Báez.

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