lunes, 11 de junio de 2012

El cabildo...

El cabildo comprador de tierras.

Desde los años cincuenta, el cabildo grantabaibero, no ha hecho otra cosa que acaparar tierras, desposeyéndolas a sus legítimos dueños, que han dejado así desheredados a sus descendientes del tesoro y mayor riqueza: la tierra.

Tierras de pastoreo y de siembra, fincas, cercados, que han sido compradas bajo presión, engaño, y por tres perras, y siempre por medio de intermediarios, que facilitaban la compra-venta-robo.

Me dijo Clemente, el de la cumbre, q. e. p. d., –jamás olvidaré esta frase del mismo: “¡Señor Padre, donde yo hacía un duro, me lo compraron por una peseta, y ahora ni dinero, ni tierra!”. Le pedí me lo aclarara, y me dijo, que en cada metro cuadrado, segando monte –retamas, que vendía para estiércol- cogía cada año alrededor del duro (cinco pesetas); pero, el cabildo le compró a peseta el metro de tierra, y ahora, ni dinero ni tierra.

Tierra, que comprada por el cabildo, y así se ha ido haciendo dueño de las cumbres (Artenara es en el 93 % de su territorio del cabildo [solo el 7 % de tierras de Artenara, es de los artenarenses]), han sido cambiadas de uso. Antes, productivas (bien pastoreo y sementera [trigo, cebada, archita, etc.]); ahora, NO PRODUCEN SINO MALEZA, ESTÁN ABANDONADAS, PROTEGIDAS Y SOBRETODO Y PRINCIPALMENTE PLANTADO TODO DE PINOS, INCLUSO DONDE ANTES SE PLANTABA PAPAS.

Son hechos consumados, y no se les devuelve a sus legítimos dueños o/y herederos, lo que es de ellos, recibido así –por herencia- de sus antepasados, y que las hacían producir comida para sus dueños y sus ganados (parras, tuneras, higueras, castañeros, nogales, manzaneras, etc., etc.), ahora muertas al estar plantadas de un árbol que desertiza y que es veneno, que no deja crecer nada debajo de sí, ni en el entorno, que no da nada, y hasta la sombra es mala.

Y mientras este pueblo ya comienza a pasar hambre, sin que la tierra se la pueda remediar al estar toda ella o vacía, llena de retamas, maleza, tabaibas, escobones, cañas, zarzas, etc., etc., que como se  sabe, nada de eso se come e impide poder llegar a donde queda algo del pasado, por estar todo impenetrablemente cerrado, y castigado (multado) si abres camino o brecha, al romper plantas protegidas.

Tierras, que mal compradas –y que reclaman a sus legítimos dueños, hasta que no sean devueltas- no están siendo gestionadas, sino abandonadas, y llenándolas de continuo de pinos y otros árboles enemigos de la humanidad (cardones, dragos, laurisilva, etc.). Tierras, que no son administradas, sino vigiladas, para no ser tocadas y solo plantadas de esterilidad y muerte. Se han abandonado las buenas prácticas del cultivo y la ganadería, y nada de eso se practica en los aledaños de lo que dice ser del cabildo, que pretende comprar a toda costa –han llegado a decir, para que los pájaros azules, puedan volar entre pinos y posarse en ellos, como fin primordial y único-, y otras razones y lindezas como las  de “repoblar”, como si se plantar otra cosa, no fuera igualmente repoblar.

Antes ricos, ahora no ya pobres, sino paupérrimos y sin propiedad (que es sagrada), al estar en manos de otros, y que impiden cualquier desarrollo. Solo pretenden comprar y comprar más, haciendo que vendan a las buenas o a las malas. Y si un terreno el dueño no lo vende, le plantan pinos alrededor, y acaba entregándolo al volvérselo improductivo, porque el pino que trepa y hunde sus raíces a kilómetros envenenando a su paso la tierra, la vuelve muerta por no dejar crecer absolutamente nada sino solo él.

Y así, en poco más de medio siglo, la corona de la isla ya es del cabildo y comienza a bajar hacia las medianías, con  esa intención de expropiar a todo el mundo de lo suyo, para reforestar o repoblar, cambiando lo que ya hay, por el dichoso pino, que lo llena todo y no da  nada (y es un peligro al ser peor que la gasolina, o más fácil que ella en el prendido y consiguiente incendio (que para evitarlo tienen durante ocho meses al año a un ejército superior a 200 soldados, que vigila dichas falsas propiedades, para que no ardan, sin producir nada, ni lo plantado, ni los vigilantes.

Sorprende, no se asocien los que han sido obligados indirectamente a vender, y reclamen lo que es de ellos; que callen y guarden silencio vergonzoso, al ver cómo les han destrozado lo que era de ellos, y lo tienen sin vida al desaparecerles lo que ellos tenían (animales y agricultura).

Algún político decente debiera iniciar el proceso de devolución a sus dueños esos terrenos “robados” y permitirles recuperen la actividad primera, que llegó hasta finales del siglo pasado. Una campaña se  debiera de iniciar para reunir a ese gran colectivo de expropietarios, y se les permita arrancar los pinos y plantar lo que siempre en sus tierras hubo.

Y es que debe prevalecer el derecho a la propiedad, a unos oscuros intereses que según parece al presente, no van más allá de quitar las tierras a sus dueños, y plantarlas de pinos (antes se comía de esas tierras, y si alguien probara la pinocha moría reventado).

El Padre Báez.

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