viernes, 29 de junio de 2012

La cabra, recuerda

La cabra, recuerda.
Justo venía de visitar un corral de cabras, donde la pastora me dijo, observando la entrada de las mismas al ordeñadero, donde las traban con un pasador, y las dejan con la cabeza dentro de un pequeño recipiente con millo o pienso, para que no se mueva, y se dejen ordeñar, que –repito- me dice la pastora, que las cabras recuerdan su puesto, y mañana, cada una vuelve a su mismo sitio y orden de entrada, ¡y hasta entran en orden!, para no alterar la colocación y el paso de otras, y que si alguna le quita el sitio, a topadas la retira de su puesto.
Todo esto –me comenta- a excepción de las más nuevas o primerizas, pero que pronto aprenden cuál es su puesto, y acuden siempre al mismo. Esto dicho por la mañana, me vuelvo a casa, con el regalo de un queso semicurado, que es una delicia, del cual almuerzo, acompañando unas papas, que es una delicia. Pues que subo a mi habitación y me encuentro con el amigo, que me envía el siguiente mensaje, por correo electrónico:
La expresión «estar como una cabra» puede no hacer justicia a estos animales. Además de mantener relaciones sociales complejas, han demostrado tener una estupenda memoria. Las cabras no olvidan la voz de sus crías incluso un año después de haber sido destetadas y separadas, según científicos de la Universidad Queen Mary de Londres, los mismos que hace unos meses anunciaron que las cabras, como los seres humanos, también tiene acentos. La investigación aparece publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B.
Los investigadores aseguran que las cabras madres recuerdan las llamadas de sus hijos hasta un máximo de 11 a 17 meses (de 7 a 13 meses después del destete). En la mayoría de las especies, los padres y las crías utilizan principalmente vocalizaciones para reconocerse entre sí a grandes distancias. El equipo estudió a nueve madres de cabras enanas y sus hijos entre 2009 y 2011. Grabó la llamada de los pequeños a las cinco semanas de edad y se las hicieron escuchar de nuevo a las madres entre los 12 y los 18 meses posteriores.
Los científicos descubrieron que las cabras madres no solo eran capaces de reconocer las llamadas de sus hijos a las cinco semanas, sino que todavía las recordaban por lo menos un año después del destete. Ellas no se equivocaban, distinguían a sus hijos después de tanto tiempo entre todo el rebaño.

Evitar el incesto

«Debido a las dificultades de seguir a los mismos ejemplares durante años, el reconocimiento a largo plazo ha sido estudiado en solo unas pocas especies. Nuestro estudio demuestra que los animales recuerdan a otros que para ellos son importantes», afirma Elodie Briefer, coautor del estudio.
Este comportamiento podría ayudar a las cabras madres y a sus crías a mantener relaciones familiares, y también podría evitar que las cabras madres se apareen con sus hijos, cuando éstos alcanzan la madurez sexual.
A largo plazo, el reconocimiento de sus miembros ayuda a mantener las relaciones sociales en el grupo. Esto podría ser particularmente importante en las especies que experimentan largos períodos de separación, como la migración o la hibernación, o que viven en sociedades complejas, como las cabras.
Los investigadores creen que la comprensión de las capacidades cognitivas de los animales domésticos es importante para el bienestar animal y para mejorar lo más posible sus condiciones de vida, especialmente si se tiene en cuenta que tienen una memoria tan larga.

Hasta aquí la laga cita, pero creo ha valido la pena, para que podamos apreciar en esto animales, algo, que los pastores ya sabían, y que ahora de forma científica, es avalado lo que me decía la pastora. Puedo añadir, que me contó un pastor, que después de haber perdido una baifita, a los ocho días de nacida, a los ocho meses de perdida, en un rebaño de 700 cabras, reconoció a su –ahora machorra- por el balido. Esto hizo, paseándose entre el rebaño, con los ojos cerrados, escuchando, hasta que dio con la suya. Así se lo hizo saber –señalando (y sin mirar)- diciendo al pastor vecino: ¡esa es mi baifa! A lo que le dijo quien la retenía: ¡llévatela, porque esa cabra me llegó aquí, hace ocho meses y no es mía! Con lo cual se prueba, que el pastor, conoce a sus ovejas –como dice Jesús en el Evangelio- y las cabras, conocen a sus crías, por el balido, a pesar del tiempo transcurrido.

Memoria prodigiosa, de un animal poco apreciado, denostado, mermado, y al que se le prohíbe pastar, y se le retiene en corrales, a base de pienso y millo, que arruina al pastor, que se las ve y se las desea, para mantener a su rebaño. También el pastor, tienen buena memoria (conoce a sus cabras; y éstas su sitio en el corral).

El Padre Báez.

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