miércoles, 6 de junio de 2012

El Ibi y...

El IBI y

Llinares:

"Las palabras tienen el poder de destruir y sanar. Cuando las palabras son buenas y sinceras tienen el poder de cambiar al mundo." (Buda).


En el mismo día (5 de Junio) y periódico (LA PROVINCIA), en el que Alejo Trujillo (canario), expresidente de Cruz Roja en Canarias, dice (pág.49) que le “parece injusto que la Iglesia pague el IBI”; otro, exjesuita “valenciano” (sacerdote in eternum), reflexiona (tipo Ejercicios Espirituales del Fundador de la Compañía), precisa (pág. 20) cada vez que cita a la Iglesia –término que escribe con minúscula- con el apelativo que le sobra, porque no hay otra, de católica, como con recochineo y repetido. Y olvidándose del cuarto voto que profesó de obediencia y fidelidad a la Iglesia y al Papa, como quien se desahoga o desdice, desquita o libera, dice es, la mayor propietaria de inmuebles... del mundo, incluyendo en ello catedrales, templos con sacristías y salones para Cáritas-catequesis y reuniones mil, ermitas, etc., y que parece ha olvidado (o ignora) todo eso es de los pueblos o lugares donde están, y no del Papa (¡ya veremos cómo lo denomina [sucesor del pescador –como los suyos- nombrado por Jesús como Primer Papa]!). Añade el descendiente del negocio de las sardinas en lata, que “no tendríamos estómago para digerir la traducción monetaria de ese ingente patrimonio (donde entran los retablos, documentos, cuadros, imágenes, ropas, vasos sagrados, custodias, edificios, etc.), que no son dinero, sino patrimonio de la humanidad, que los disfruta y es la legítima propietaria, y la Iglesia su depositaria, como fruto de la fe de 20 siglos, que han donado, lo que no se puede enajenar. Ahora ya, lo antes anunciado, al Papa, el señor y sacerdote (Alejo Trujillo, es laico) Llinares Llabrés, lo llama: “custodio y máximo administrador, el Jefe y Soberano del estado Vaticano”, en lugar de decir llanamente Benedicto XVI. Pero, parece resuma resentimiento y no amor precisamente, ni respeto, sino burla e ironía impropia de venir de quien viene (de un psicólogo) o de quien fue (un sacerdote religioso jesuita). También lo llama Vicario de Cristo, a quien llama, sin más Jesús de Nazaret (no sé si quitándole la divinidad, pero lo parece). Olvidando que Judas, llevaba la bolsa o la administración de los Trece (más las mujeres), que tenían casas (“¿dónde vives?”, le preguntan los pescadores Andrés y Juan), ni comían, ni que pagaba los impuestos..., ¡pobre hombre! Me insulta implícitamente y conmigo  a todos los que sabemos –y así es- que lo de la Iglesia, es de la feligresía- llamándonos cínicos, y vuelve con darlo todo al dueño y señor, que es la entelequia de el Vaticano y  su Soberano Jefe de Estado (en lugar de decir, sin más el Papa); pero, ¡que diga lo que quiera!, faltaría más.
Se olvida este buen hombre, de lo siguiente: la Iglesia no puede vender nada porque no es suyo nada, sino custodia de lo que ha recibido (propiedades inmensas en patrimonio inmueble, tesoros, obras de arte, oro, joyas, piedras preciosas –parece que habla un protestante o un prosélito de ellos, los evangélicos, o sectario alguno sin más, al hablar como todos ellos, mintiendo sobre la Iglesia que abandonaron, que es lo que van repitiendo y le remeda y copia-, escandalizando o engañando, al no decir la verdad; pues nada de eso se puede ni tocar: ha sido donado, y al fin no resolvería nada. Irían a otras manos, sin más, con privacidad, cuando ahora es de todos. También –sacando trapos sucios e inventados de la Iglesia, como que- tiene paquetes, acciones en bancos, en multinacionales (que no cita, ni da nombres de ninguno, ni de ninguna, sino lo lanza al aire, ¡y basta!, dogmatizando más que el Papa), etc. No vale la pena entrar en la exégesis que hace de Jesús y textos bíblicos, pretendiendo cojamos la burra como el Señor, y andemos descalzos como entonces (que llevaban sandalias), como si 20 siglos no hubieran pasado, por herético, tendencioso, y arrimando las ascuas a sus sardinas (su profesión oriunda).
Raro, un psicólogo, ande obsesionado (con fijación, psicosis y manía persecutoria [no sé cómo curará la de otros, cuando hace pública y notoria la suya]con los Obispos y el Papa, cuyas evangelizaciones no han sido tales, sino recaudaciones –dice- de propiedades y de riquezas, como único objetivo. Se equivoca, cuando da la autoría de las catedrales, templos, monasterios, etc., no a los creyentes, sino a los clérigos. Gravísimo, llame a Papas y Obispos, traidores a Jesús, por hacer –como es el caso del Obispo Francisco Cases-, que vive en ¿un palacio –como los otros, incluidos todos (y el mismísimo Pedro Casaldáliga, que vive en una choza, como tantos)-?, sin respetar los estilos arquitectónicos, las épocas, las circunstancias y los tiempos. Aleja la práctica de la Iglesia (no sé si ya se considera o no miembro de ella) del mensaje de Jesús (y no pongo por irrisoria, vejatoria e insultante, la comparación barriobajera que pone o dice). Ahora, metido a juez de la Iglesia, la sentencia y la castiga a pagar el IBI. Quiere desnudar a la Iglesia, y que ésta venda sus edificios religiosos (catedrales, templos ermitas, etc.), para garajes, restaurantes, salas de fiestas, comercios, etc. Volviendo a Jesús, dice: dicen que es su Maestro (decimos –además- es: nuestro Dios y Señor). Parece incluso, la Iglesia no se ocupa de los indigentes, sino amigos suyos que él conoce, que pagan el IBI (?). Termina con humor sarcástico, burlesco e impropio de quien fue hijo de San Ignacio de Loyola, donde estudió y ha olvidado lo aprendido (allí estudié e hice la Licenciatura en Teología, especialidad en Historia de la Iglesia, o es verdad lo que el Llambrés dice, o me mintieron sus exhermanos en Eclesiología, en Historia, en Biblia...).
Nada, que nos pide: vendamos todo y nos quedemos sin nada, o ¡a pagar!
Un servidor, ha dicho ya muchas veces, que la Iglesia debe pagar el IBI, pero no me río, ni mofo, ni burlo..., de Ella, mi Santa Madre, que también –como dice Don Jaime- un servidor cree y dice: la Iglesia, que pague el IBI, pero lo digo con amor, y sin faltar al respeto (¡que es muy bonito!).

El Padre Báez.

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