domingo, 3 de junio de 2012

En la barbería

En la barbería:

Que sucedió -y fue tan real como la vida misma-, que llega uno, con prisa a que le cortaran el pelo. Y toda vez, que en la barbería, centro de chismorreo, de noticias, de críticas, y demás, como lugar social por excelencia en otros tiempos, donde menudeaba la gente con ganas de charlar y comentar sobre política, deporte, etc., y teniendo como maestro de ceremonia al barbero, que se las sabía todas, toda vez que cual confesor, ante quien todos ponía su cuello y testa, en las manos de este profesional del tintineo de la tijera y el peine, cuando no afilando en cuero tirante la hojilla de afeitar, válida para todos, y que cogida dejando libre el meñique, rasuraba cara, barba, mentón, bigote, patillas, entre orejas, y final del cuello, con principio de la cabeza...

... que se asoma mi hombre, con algo de prisa, como dije más arriba, y viendo a tanta gente en el local –la barbería- sin saber quiénes realmente hacía cola para su turno, o simplemente estaba de comentario y cháchara, que pregunta:

-          ¿hay muchos delante?
A lo que contesta el barbero:
-                 ¡No, solo este carnero, que estoy pelando!

Y toda vez que siguió en su tarea y oficio, sacudiendo el paño de hombro que recogía el pelo o cabello cortado, y se acomoda el siguiente (el hombre de este relato), y acabado de pelar, repite la misma operación de sacudir el dicho y mismo paño, y  ve con asombro y sorpresa, que el recién pelado (al que llamó “carnero”, se marchaba sin pagar, a lo que le requiere:

-                 ¡Eh, que se va sin pagar!
A lo que respondió el pelado o de pelo recién cortado:
-                 “¡los carneros no pagan!”

Con lo que se ve, que le dolió lo tratara así, y le ganó en su socarronería, al responderle con la misma moneda (pero se fue sin pagar, por el insulto y así se las cobró).

PD1.- que se lo conté a alguien del norte, y me dijo, el echo había ocurrido en “EL Caidero (de Gáldar)”, y que –un nuevo matiz- como la gente se reía, por lo de “¡este carnero!”, cuando fue requerido porque se iba sin pagar, dice que esto fue lo que dijo:
-                 “¡en mi pueblo, los carneros, pagan con la lana!”

Dándole a entender, se cobrara con su pelo cortado o caído al suelo (que como es sabido, se tira; a la par que la lana del carnero –como al de las ovejas-, entonces, era para colchones, almohadas, chalecos, mantas, chaquetas, etc.).

PD2.- No siempre tenía esa forma de dirigirse a alguien, un sentido peyorativo o de insulto, sino hasta afectivo y de confianza; pues, fueron muchas las veces, que oí decir a mi madre (q. e. p. d.), llamando a sus hijos (mis hermanos) -sobretodo a mi hermano más pequeño-, con el apelativo cariñoso de:

“¡Ven acá carnero!”

El Padre Báez.

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