sábado, 9 de junio de 2012

La gran ca, ca...

La gran ca, ca...
... en las cumbres de la isla, donde las montañas, llanuras, barrancos, riscos, donde la tierra era para animales y agricultura, ha quedado salvaje, emboscada, impenetrable. Los pocos que quedan en esos pagos cumbreros, están en lucha desigual, contra el cabildo, que tiene desplegado su ejército de medio ambiente, que los castiga por todo. Todo está parado; no hay quien toque nada. Arriba, ya todo es un desierto. Bulle la hierba seca y matorrales por doquier, y tanto que duele, y asombra.

Una gran zona, con kilómetros de longitud, vacía; llenas de solo maleza. Sin estanques, y los que quedan: rotos, vacíos, destrozados. Y esta destrucción continúa de forma lenta, pero gradual. Cada vez, hay menos de agricultura y menos de ganadería; cada vez, todo se asilvestra más, y más. Todo es repoblar, repoblar, repoblar..., y solo repueblan, con pinos, donde antes y desde siempre hubo pastoreo, pastos y pastores. Un rico suelo –catalogado como el mejor del mundo,  con el mejor clima-, que nada produce, sino basuras de arbustos silvestres y árboles estériles. Todo protegido, menos las higueras, castañeros, almendreros, nogales, etc.

Quedan estupendos ejemplares de algunos árboles frutales, que se los comen los pinos. Esas enormes distancias vacías, las están llenando con solo carreras, de gentes que se matan corriendo sin disfrutar del paisaje (paisaje muerto, yerto, vacío). Mejor, que corran, para que no lo vean. Por otros caminos, ya no se puede andar, es imposible, todo tupido, enzarzado, con pitas, tuneras, tabaibas, cañas. No es fácil ya caminar por el interior de la isla.

Hace 50 años, comenzó este proceso, que aún sigue, y no se le ve fin, ni hay quien lo pare. Se ha matado el campo, y está que se pudre; huele mal. Mientras esto sucede, por la capital y costa, ajenos a toda esta tragedia, solo piensan en los carnavales todo el año, como si cuaresma siempre fuera, sin Pascua, ni otro tiempo, sino para el divertimento, sin que la palabra trabajar la tierra o cuidar animales, se oiga por ningún lado. Y así, la pobreza, está alcanzando a todos, por todas partes, siendo potencialmente la riqueza mayor del planeta. Pobreza, que nos lleva imparablemente al peligro, al miedo, al pillaje. Este pueblo ha crecido en población y ha desaparecido la producción (vivimos de lo que nos echan (traen) de fuera (¡a saber qué y cómo; sabemos el cuánto, que nos arruina y enferma!). La miseria, traerá la violencia...

Solo se ven distintos cuerpos todos uniformados, sin que ninguno produzca, sino que cobran, por vestir el uniforme y no hacer nada de valor o importancia que redunda en bien alguno. Fronteras no tenemos, porque perteneciendo a África, dicen somos europeos. Hay y tenemos un buen tráfico de droga. Nos gobierna la corrupción. Numerosos partidos, que se pelean todos contra todos, atacando incluso a la inocente Iglesia, para echar balones fuera. Y los de fuera (los turistas), cada vez vienen menos. Nada les enseñan del patrimonio (¡menos mal!).

Ya nos asfixia tanta basura y mierda de perros (la única ganadería boyante). Solo han querido entrar en las entrañas de la tierra, con túneles sin fin, rompiendo el encanto y belleza entonces única. La visión de la isla es deplorable, insólita, deprimente. Hubo un pasado floreciente, que no se ve camino de repetir  y que vuelva un futuro igual. Cada vez, mas lejos de aquellos tiempos, usos y costumbres. Cada vez, el espectáculo que ofrece esta isla, es peor, y a peor que irá, sin visos de volver atrás. Todo ha cambiado para mal. La isla está rota.

Y lo grave, es que no haya gritos, no hay voces, todos callan, hay silencio; sin explosiones, sin rabia; hay aceptación. No, no hay un crepitar, un ronquido, nadie respira (para no meter ruido). Nada renace; todo muere. Nada se agita, no hay señales de vida. Hay y somos muertos vivientes. Nada se aviva; no hay estridencia alguna, todo es pasividad. Nadie silba, ni chilla. Todos nos hundimos, sin pedir auxilio, ni socorro, como algo inevitable, aceptado. Parece la sangre ha huido de las venas; el cerebro ha sido lavado; nadie piensa. Solo -por inercia-, se hace ca, ca...

EL Padre Báez.







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