Juan Bautista:
El 24 de junio, celebramos su nacimiento, y ello desde los tiempos de San Agustín. Juan, señaló al Mesías, y con él termina el Antiguo Testamento. Es solemnidad, y tiene Misa vespertina de la vigilia. Se profetizó de él, sería grande, y estaría lleno de Espíritu Santo. Su nacimiento fue motivo de alegría para muchos. Fue la voz del precursor, anunciando al Salvador. Fue el último profeta. Y ello, desde el seno materno. Preparó al pueblo y lo dispuso a recibir al que es la luz. Hijo de los ancianos Zacarías e Isabel, que lo consagraron a Dios, y fue otro Elías y más, por su humildad. Dios estaba con él. Vivió en el desierto. Según Jesús, el mayor nacido de mujer. Grande. Bautizó en el Jordán al autor del Bautismo. También fue precursor de la muerte de Jesús.
Murió mártir de la verdad y de la justicia, por decir a Herodes que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Fue un hombre honrado y santo, y su cabeza fue entregada en una bandeja a Herodías, traída desde la cárcel. Sus discípulos recogieron su cadáver y lo enterraron. Su boca fue una espada afilada. El único de los santos cuyo nacimiento se festeja. Celebramos el nacimiento de Juan y de Cristo. Le pusieron de nombre Juan, porque Dios se había apiadado de sus padres, que deseaban tener un hijo, y eran ya ancianos y estéril la madre. Supo de langostas como pan. El 29 de agosto celebramos su muerte.
San Juan es mucho, con sus hogueras en la noche antes, de nuestra infancia cuando no había que pedir permiso, porque nada había que ardiera, dado que se segaba todo y los animales barrían la tierra, la isla se iluminaba de noche quemando en su honor muebles viejos, palos cañas, ramas secas, y todo aquello que ardiera y se guardaba para ella. San Juan en toda la isla, en todas las islas, y más allá. Que aquí, en Cueva Grande, en Tenteniguada, en Telde, en la capital (Las Palmas de g. C.), en Arucas...
En Arucas, las celebré durante 12 años, mientras fui párroco de San Andrés (jamás prediqué en la falsa catedral, a pesar de otras tantas fiestas allí). Pero hoy, lo hago en las ondas de esta emisora, porque mi amigo y director, Don Santiago García Ramos, va a ser el viernes –mañana- día 8 a las 9 de la noche, su pregonero, y todo lo que un servidor aquí no ha sabido poner, el ilustre y recurrido pregonero de tantas y tantas fiestas, con su verbo cálido, hará vibrar de emoción, con los recursos que le da su profesión, con su buen hacer y con su amor a todo lo nuestro, pondrá una pica en Flandes, porque basta haber escuchado y leído algunos de sus pregones, para descubrir obras propias de nuestra literatura particular; que los aruquenses, y cuantos desde otros lugares puedan asistir a la Plaza de la Constitución, para escuchar y disfrutar del pregón, que pregonero tan ilustre hará para deleitarnos, con datos e informaciones, que nos enriquecerá, y que irá mucho más allá de esta simple semblanza de mi introducción a la invitación a cuantos nos escuchan, que se acerquen a la bella ciudad de Arucas, la ciudad de las flores, la que su Iglesia de San Juan tiene agujas de piedras, que se pierden en el cielo, en honor a santo tan grande, entre cañas y plataneras cual alfombra verde.
Como queda dicho, Juan, San Juan Bautista, es el único que con María la Virgen y su Hijos nuestro Dios y Señor Jesucristo, celebramos sus nacimientos, y después sus muertes o dormición de la Señora.
Animo pues, con la certeza de que no defraudará Don Santiago García Ramos, a los que quieran y puedan ir hasta Arucas; no dejen pasar el pregón, que abre las Fiestas a santo tan grande, que otro no hay como él, por ser el mayor. Pena, que las brujas y ritos satánicos, suplan las glorias y alegrías de santo tan singular, y que lo quieran distraer con cosas del sol y la luz, cuando él, solo precedía al que es el Sol de justicia o santidad: Jesús, a quien no se atrevía desatar la correa de sus sandalias, y para recibirlo bien dijo a soldados, a comerciantes, a políticos, al pueblo llano y sencillo lo que debían hacer, predicó la conversión y los bautizaba en un rito purificatorio, de donde le viene el sobrenombre: Juan, el que bautizaba, y en ello le fuera la vida.
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