miércoles, 20 de junio de 2012

Diálogo de un funcionario de medio ambiente con un pastor:


Sucedió, con Miguelito, el pastor rústico, con más de 30 años, allá arriba, en El Caideros de Gáldar, donde éste con un cuchillo, de casi medio metro, que lleva siempre a la cintura, limpiaba una pita, y la cortaba fino, para sus ovejas, muertitas de hambre, y en esto, que se le presenta el de medio ambiente, diciéndole:

-        ¡Quieto, que está usted estropeando una planta!

A lo que el Sr. Jiménez (Miguelito), le contesta:

-        ¡Desde niño, mi padre me dijo, esto es comida de animales!, así que: ¡quíteseme delante –enseñándole el cuchillo-, y siga su camino!; ¡que no estoy estropeando nada, sino limpiando la pita, para que siga dando mejor nuevas pencas, para el ganado!

Toda una lección, dada por un pastor, que es analfabeto, a quien sabe del campo, lo que ha estudiado en libros, y sin educación alguna, pretendió, dar lecciones, a un sabio de la tierra. Que no arranca, sino que limpia, y hace, lo que han hecho todos sus antepasados.

¡Y tanto, que en Arenales, por donde La Colomba (Lomo Magullo [entre Telde y Valsequillo]), me dijeron un día, que en la zona, se ignoraba, las pitas echaran flores (los enormes palitroques de vigas para chozas y cocinas, enlatadas en los patios de parras, vallas, etc., y que son conocidos, como “pitones”; y ello, porque no daban lugar a ello, a que florecieran, porque sistemáticamente todas al cien por cien, eran cogidas, -sin que jamás faltaran- para  comida de: cabras, machos, ovejas, carneros, vacas, becerros, toros, etc.

Pues, a esto se ha llegado, como señal clara de un despiste e ignorancia de las faenas del campo, que desde que el mundo es mundo, se han desarrollado, y se han llevado a cabo, hasta ahora, que te lo prohíben todo.

Y toda vez, que el relato de Miguelito, lo escuché de un amigo común, que me lo contó, no sé si aquello –como presumo- acabó en multa muy sabrosa, para los de medio ambiente, que viven de no dejar vivir a la gente del campo, pues seguro, hay artículos y leyes, que aplicadas –sin razón- caerían sobre el pobre anciano, cual pedrada en la cabeza, o algo peor: sacar todos sus ahorros, obtenidos de la venta del queso de toda su vida, para pagar la sanción, de alimentar a su ganado, al uso y costumbre de siempre.

El Padre Báez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario