domingo, 15 de enero de 2012

El segundo memorial...


... de paco Bello, no pudo tener mejor colofón después de varios actos, celebrados durante un largo mes, previo a la jornada de confraternización de tinerfeños y grancanarios, que nos dimos primero cita en el templo de Nuestra Señora del Carmen en Las Huesas, donde la Misa  que duró dos horas largas, alguien dijo le pareció no fue más allá de 15 minutos, en el día también 15 de este mes de enero..

Y es que la música de Paibo -el grupo de San Andrés de Tenerife-, cantó evocando la esencia de la canariedad, rayando con lo guanche, con voces y cuerpos de princesas aborígenes, a las que se sumaría la de nuestra Conchy Vera Santiago. Pero esto del Grupo folklórico, no sería sino una parte del evento, que aún dentro de la liturgia fue más de dos veces aplaudido, de forma espontánea por tanta belleza y bien cantar y mejor tocar.

Allí se dieron cita las dos comunidades, y amigos, simpatizantes y el colectivo “Paco Bello, somos todos”. Ya en la homilía, se biografió esquemáticamente datos como la personalidad de Paco, que habiéndose encontrado con Cristo, por quien fue llamado para configurarlo con su Persona y Sacerdocio eterno, nos lo devolvió libre, y lleno de amor, incluso para los más marginados o excluidos; recordando su lucha por lo nuestro, la no dependencia, el obispo canario y el arzobispado de estas Iglesias Diocesanas en el atlántico, destacando otros valores y singularidades, pidiéndose se escriba su vida y obra en un libro, recordamos su misteriosa sonrisa, y valoramos la acción del cura que era su más que hermano, amigo: Vicente.

Al final, no faltaron algunas intervenciones y la presencia de sus hermanas y sobrinos, copartícipes de una bendición que a través de ellos, y desde el cielo, Paco nos daba a todos. Al final de la Misa, recordando la libertad de Paco en su decir y hacer, soltábamos una paloma blanca que se perdió en el cielo, cual alma de Paco, que subía; y desde allí, la Plaza de la confraternización y comentarios, con repartos de un borrador sobre el arzobispado que pedimos o reclamamos, partimos a un conocido restaurante, donde el almuerzo, con unos 200 comensales, las mesas servidas en honor del recordado Paco, que como sobremesa, ahora, sí: los mas variados recuerdos, testimonios, anécdotas..., y de nuevo, el reiterado compromiso, de recoger cuantas fuentes, datos, documentos, testimonios etc., se pudieran obtener de Paco, de cara a biografiar su vida (filosofía, teología, visión política, magisterio, etc.,), como legado y como camino con huellas, por donde seguir andando, en su imitación y herencia.

Entre los comensales: el médico (el doctor Francisco José Pérez González), testigo de su última mirada, cual despedida, que a muchos hizo saltar las lágrimas; al igual que aquel policía que mandado a vigilar a Paco, acaba por ser su amigo, admirador y confidente. No faltaron los arquitectos, los de hombres y mujeres de distintos Medios de Comunicación, sacerdotes, personal de la administración, policías, entre los más variados oficios de personas que conocedoras de Paco, aportaron sus recuerdos. Y acercándose la hora de la partida de los hermanos de Tenerife, tuvimos que separarnos, pero unidos más estrechamente por los lazos de la hermandad, por encima de las islas, siendo un solo pueblo, como Paco quería.

Queda comenzar desde ya, preparar el III Memorial, y a ver si para entonces, ve la luz de la Imprenta el libro por escribir, esperando que lleno de imprecisiones, y falto de datos y otros análisis, aparezcan en lo sucesivo otros, que complete un itinerario, que nos llevará el próximo año -toca- ir a la isla del Teide a celebrarlo.

Fue grata y emocionante comprobar, que estamos unidos y Paco nos une. Destacar, que se hizo una sustanciosa colecta en la Misa, para la Cáritas de El Hierro; no faltaron la cerámicas con reproducciones de pintaderas -y la lección sobre una de las figuras, que cautivó la curiosidad y el hambre de saber sobre lo nuestro- y sus autores venidos de Tenerife; voces de Anaga, cantaron a la Virgen del Pino -al igual que la de Candelaria- que nos emocionaron..., y no es fácil resumir vivencias, sentimientos, alegrías, nostalgias, etc., de una jornada, que suponía el colofón de una serie de actividades reseñadas al comienzo, y por nombrar, pero que ahorramos, por estar todas ellas recogidas en trípticos y otros folletos, con carteles y demás.

Una vez más, las fotografías de José Luis Pérez González, que hablan por sí mismas, nos muestran lo que las palabras no son capaces de expresar, y a quien agradecemos, que este reportaje, sea la flor de este pobre comentario, que no alcanza -por la imposibilidad material de transmitir sentimientos-, supla lo que no se sabe decir, pues fue mucho más de lo que un resumen de tanto, no puede sino quedarse en el pórtico.

El Padre Báez.

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