lunes, 2 de noviembre de 2015

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Resultados tabaiberos...
“... no obremos en contra del orden natural...” (del libro de san Ambrosio, obispo, sobre la muerte de su hermano Sátiro)./ “... dejad que el grano muera/ y venga el tiempo oportuno:/ dará cien granos por uno/ la espiga en primavera...” (del himno de Hora intermedia en el oficio de difuntos).
... asilvestrada la isla con las tabaibas, se acabó la labranza. Disminuyen los almuerzos, también las cenas. Matanzas ya no hay, y legumbres tampoco. Ya no se siega. Agavillar, es un verbo ya desconocido. Menos la era (que no es un tiempo verbal, que también). Se acabaron los jornaleros, también las bestias. Ya no se hacen haces (tampoco es un tiempo verbal, que también). Tampoco ya se hacen parvas. Se acabaron (los terminaron) los campesinos. Todo lo han plantado de pinos. Nos aguardan tiempos muy oscuros.
No hay regeneración. ¿Reencontraremos el camino? Galopa la corrupción. Desaparecen (mueren), los que pudieran enseñar agricultura y ganadería. El sector primario, pasa a la Historia, ya sin presente, ni futuro a la vista. Todo ello como abuso y maquinaciones del cabildo que persigue y castiga a todo aquel que toque la tierra. Así la cosa, ¿qué senda seguir? De botánica solo pinos, palmeras, escobones, y afines (estériles), sin siembra de cereales, sin plantar olivos, ni parras (o vides). Agricultura y ganadería van quedando solo en el recuerdo, que con el tiempo se borra. ¿Descubrirán los jóvenes -en su día- tanta sabiduría ahora despreciada y ninguneada? Cada vez más, se ignora la flora y fauna, que se reduce y desaparece, gracias al miedo ambiente. Desaparecen caminos de herraduras, y los cambian por pistas por donde correr deportistas y otros (trekking), por entre tabaibales sin fin y retamas. ¿Naturaleza protegida? Nos han cambiado el paisaje. La forestación de pinos y otras basuras, todo verde, sin una sola oveja de por medio o pastor. Todo es espacio natural preservado, protegido, inutilizado. El campo, queda desierto; entonces, tiempos atrás, superhabitados. Ya, ¡ni se recogen las almendras! Los frutos secos, nos vienen -también- de fuera. No se invierte en el campo (no se puede). La isla se convierte toda en un parque...
El Padre Báez.

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