miércoles, 11 de noviembre de 2015

polución



Cultivo tabaibero en la polución...
... llamados huertos urbanos y ecológicos. Pues, que sean serios y les midan antes el grado de polución que contienen esas hortalizas. El ministerio de agricultura debiera intervenir y prohibir dichos huertos por contener contaminación que mina la salud, dado que no es el medio más natural ni sano de cultivo alguno. Bastaría observar los jardines y distintas plantas en las ciudades o urbe (de ahí lo de urbano), cómo en lugar de verde son negras de la tizne, humos, venenos, etc., que hasta llega a secarlos.
Y justo ahí, me meten huertos agrícolas y me dicen son ecológicos, ¿ecológicos?, ¿Qué entienden por ecología? ¿O es que no está contaminado el aire de las urbes o ciudades, y por descontado el suelo sobre el que cae dicha contaminación, acumulando capas de cenizas y carbonos en diversas nomenclaturas de combinaciones químicas nada saludables? Y se pregunta uno: ¿qué interés le sigue a la clase médica y otras que callan estos efectos negativos y cancerígenos para la masa poblacional de las urbes a las que se les convencen para que consuman productos vegetales obtenidos entre basuras y contaminación como si fueran buenos y beneficiosos para la salud siendo todo lo contrario?, ¿por qué callan esta verdad la universidad, el cabildo, los medios, etc., etc.? Porque que sepa uno, ¿ahora resulta que el mejor medioambiente es el de las urbes llenas de contaminación para el cultivo y no el campo limpio por ausencia de contaminantes?, ¿es que ya no es ecológico lo cultivado donde la ecología y limpieza de gases y otros contaminantes propios de las ciudades a las que en latín siguen llamando urbes (de ahí urbano)? Porque que sepa un servidor, hay sistemas de control y medida de la contaminación en las ciudades o urbes y otros lugares, que te dicen el grado de contaminación del aire, y la repercusión en la salud de niños y ancianos -los más sensibles a dichos aires- y a los que tradicionalmente se les saca de esos ambientes enviándolos al campo o a las orillas de la mar, ¿y plantan en esos ambientes y nos convencen de sus bondades y salubridad cuando es todo lo contrario? ¿Qué gatos encerrados se esconden en esas campañas de huertos urbanos y por si eran pocos también en escuelas urbanas? ¿Y qué decir de personas con problemas respiratorios a los que se les obligan a salir de esos ambientes contaminados, y es ahí donde plantan hortalizas saludables y ecológicas? ¿Por qué los gestores del ambiente no ponen el grito en el cielo, advirtiendo de la falsedad y engaño de unos huertos que deben ser prohibidos y hasta multados -como hacen en el campo a todo aquel que intente plantar o cultivar algo, justo donde debe ser plantado todo lo que después vayamos a comer y no iniciar en la ingesta de venenos urbanos en productos del lugar? Pues, los añadidos a tales verduras y hortalizas de la ciudad son (entre otros -que no soy físico-): el ozono, el dióxido de azufre, partículas diversas en el aire, también el dióxido de nitrógeno, etc., ¿qué pasa, que nada de eso -y más- ya no es contaminante? Pues de ello hay tales concentraciones en las ciudades, que forman capas y nieblas densas que hasta hacen irrespirables las ciudades, y es práctica habitual que cuando un campesino visita la ciudad al regresar al campo se ducha para limpiarse de la piel, todo aquello que se le ha adherido, y que el urbanita acostumbrado a ello, ni lo nota. Les dejo una dirección, por si fuera del interés de mis amigos...
El Padre Báez: www.bsc.es/caliope.
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“... iba a entrar en una ciudad, y le salieron al encuentro diez leprosos...” (Jesucristo Lc. 17, 11-19). / “... la herma tierra... la hermana madre tierra... que da las hortalizas y los frutos...” (san Francisco de Asís). / “... no cesan de pervertir a las almas inocentes con sus enseñanzas depravadas... vivimos rodeados de insensatos y de maldad... no adulemos a nadie...” (de la homilía de un autor del siglo segundo).
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Por considerarlo de máximo interés, por lo de crítica veraz supone, les añado este correo. No se pierdan su contenido, es reflejo de una política turística que no me atrevo a calificar; juzguen ustedes:
¡Buenos días, Padre Báez!
¿Ha visitado la "Doceava" Feria del Sureste? ¿No?  ¡No se ha perdido nada! Nosotros (A. y un servidor) fuimos el pasado sábado. Se la cuento en un relato sucinto: es lo mismo que el Mercadillo de su pueblo. Pero con el glamour de casetas de diseño -hechas de lona blanca y lima-, carísimas, que paga... ¿...?, seguro que el contribuyente.
A estas lumbreras del Consorcio suresteño, en plena era de internet, se les ocurre la idea de una feria decimonónica y pueblerina de: artesanías mediocres, tejas pintadas, quesos, aceitunas, vinos del país, degustaciones para lambiones, fruta y verdura, flores, chorizos de Teror, repostería, pan de puño, propaganda municipal, matraqueros a pie y en bicicleta, negros mahometanos y moros que pasan un kilo de lo de aquí, gitanas rumanas pidiendo, chinos a lo suyo, negros de patera que dicen tener dieciocho años y tienen treinta y dos, sudamericanos, folclore de baratillo y castillos hinchables. Todo ello con la pátina de Avance Democrático.
En el Sureste hacemos las cosas muy bien, don Fernando; ahora "Antonio" tiene en el Cabildo una consejería de Soberanía Alimentaria para recuperar: las galletas Tamarán, refrescos Nik, Agua de San Roque, cerveza La Salud, fósforos el Canario y el Baya Baya. Y si además tiene viento y sol, aquello es el Mundo Feliz.                                                                                                  Chao.  Saludos cordiales de A. y del que le escribe
(J.S.).

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