miércoles, 16 de marzo de 2016

jóvenes

Con la de jóvenes que pudieran cuidar de las cabras...
... y el cabildo va, y se las matan. Así no se crean puestos de trabajo, y se favorece la emigración. Las cabras, no son un incentivo, para ayudar a los jóvenes a tener trabajo. ¿Por qué no iniciar en el pastoreo de cabras a jóvenes que lo harían de mil maravillas?, ¡cuántos volverían gozosos y felices al campo abandonado! Hay que incorporar a los jóvenes en el medio rural, y sacarlos de los carnavales sin fin en el que los meten para idiotizarlos.
Con la leche de sus cabras y el pasto abundantísimo que tenemos no necesitarían subvención o ayuda alguna, simplemente no les molestaran los del miedo ambiente. ¿No los sostendrían las cabras?, ¡cuántas explotaciones, granjas, alpendres, corrales, chozas, etc., abandonadas, que mínimamente reconstruidas, darían puesto de trabajo a tantos!, pero..., ¡no les interesa al cabildo que cobra el peaje de todo lo que entra, y entraría menos en sus arcas, si producimos o produjeran los jóvenes en paro!, ¡y que los entusiasman con el fútbol forzadamente! Unas pocas cabras para empezar y que se duplicarían con sus partos al año siguiente y así sucesivamente. ¡Eso sí, sin mezcla de cabras foráneas, conservando y manteniendo nuestra raza!, ¡única y la mejor del mundo, y a preservarla y multiplicarlas (el cabildo las matan)! Ya aprenderán el cambiar de machos (o cabrones), para no degenerar la raza o cabaña cáprica o caprina. Ya habría nuevas marcas, según el dueño. Nada de tenerlas encerradas en cuadras o donde sea, sino libres por los campos. Y ahora sí, el imprescindible perro o perros, que ayuden al pastor y guarde el ganado. Ya se vería la conveniencia de  cercas electrificadas, de cara a rotar las cabras. De cara a los inviernos, volver al forraje seco y guardado para el invierno, como es normal y tradicional. Sin olvidar los necesarios bebederos. El tiempo obligaría para facilitar mil faenas el uso de algún transporte propio (no en cuanto solo al dueño, sino para las actividades normales de todo pastor). Tendrá -¡menuda faena!-, que bregar con la normativa, pero no hay mal que por bien no venga que dice el refrán, y siempre legal, es lo mejor (sería lo mejor). Ni se atreva ninguno a enterrar una cabra que se le muera (para ello: un contenedor de cadáveres, ¡toma!). Ni nadie se atreva matar un baifo para comérselo, pues tiene que levarlo al matadero municipal (norma que nadie cumple). No sería mala idea, si no es capaz de observarlo y deducirlo -al principio- que tenga un detector de preñez (¡...!). Se recupere la trashumancia. Y no sigo, no sea esté predicando en el desierto; que si alguien estuviera interesado, de forma individual o personal, le instruiría (se ponga en contacto con un servidor), ¿o lo duda alguien a estas alturas de mi “pastoreo” doble?
El Padre Báez, que apuesta por el pastoreo de cabras (también de ovejas y vacas). Nuestra desgraciada isla -hablando política y cabildiciamente- tiene una potencialidad nada explotada, sin aprovechamiento alguno de hierba para hasta exportar, y que daría de comer a muchísimos nuevos pastores como siempre fue así en el pasado. Pero, la gran pena de un servidor, es que consejeros de parte y parte de este asunto de ganadería, miran hacia otro lado y de lo  aquí dicho, ¡ni media palabra! Y encima. Va y viene y mata las mejores cabras so pretexto de plantar donde ellas están unos árboles desaparecidos por el cambio climático, y del pasado, y que volver a ello, es tarea imposible (pero con ello, reciben dineros de Europa, que es la culpable, por falta de una inspección e investigación para comprobar los engañan y toman el pelo.
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“... adoran la estatua de oro... nosotros no adoramos esa estatua de oro...” (Dn. 3, 14-20. 91-92.95). / “... no somos hijos de prostituta (putas)...” (Jn. 8, 31-42). / “... es injusto... se olvidan de nuestro trabajo... debemos demostrar empeño hasta el final, para que se cumpla nuestra esperanza, y no seamos indolentes, sino perseverantes, y consigamos lo que pretendemos...” (Hb. 6, 9-10). / “... nos humillan e injurian... tratan de cambiar el sentido... y ¿a quién recurrir? Despertemos, y mantengámonos vigilantes... intentan mutar todo...” (De los comentarios de san Agustín -canario como nosotros, en su origen norteafricano, y del grupo de cannarii- sobre los salmos). / “... ¿quedaremos defraudados?...” (Is. 50, 5-7). / “... socorramos a los animales...” (salmo 35).
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Declaración Universal
de los Derechos de los Animales
Considerando que todo animal posee derechos y que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los animales, se proclama lo siguiente:
Artículo No. 12
a)
Todo acto que implique la muerte de un gran número de animales salvajes es un genocidio, es decir, un crimen contra la especie.

b) La contaminación y la destrucción del ambiente natural conducen al genocidio.

Seguimos con el color rojo, que es el color de la sangre de las cabras, derramada en el Macizo del Noroeste, por donde Gu-Guy y entorno, donde no han matado una o dos, sino 77 (han dicho a Europa que han sido 22, pero mienten), y tienen la intención de acabar con todas ellas, unas 300 que siguen donde siempre han estado, y no hay razón para eliminarlas, acabando con la mejor cabra del mundo a proteger, y piensan -engañando a Europa- plantar lo que no va a pegar, ¡ni con cola! En el mismo sitio de las cabras, donde las matan en gran número, con la calificación que dice el artículo que comentamos (el 12), con el matiz siguiente: nuestras cabra matadas por el cabildo no son salvajes, sino cabras domésticas con dueños, y así lo indican sus cencerras, y las distintas marcas en las orejas que identifican a sus dueños o pastores (salvo las crías [los baifos], que periódicamente los retiran con un simple llamado con un cacharro haciendo sonar millo, sin necesidad de los del palo o jurrias, ni rifles, ni otros métodos, que la cabra solo obedece a su amo, y acuden si éste las llama y buscan). “Genocidio”, se explicita perfectamente en el apartado b), donde se explicita “la contaminación y la destrucción del ambiente natural”, la desaparición de las cabras en su ambiente de siglos, solo conseguirán la contaminación del terreno al llenarse de maleza, la misma que las cabras eliminan, a la par que esa pretendida y absurda matanza, van a destruir el ambiente natural, de las que ellas -las cabras- son las encargadas de la biodiversidad, que desaparecería sin ellas, para una imposible forestación del pasado, y que al presente dado el cambio climático es imposible al cien por cien nada pegue sino lo que existe y que no corre peligro de desaparición, pues las cabras no comen tajinastes ni beroles, ni tabaibas gigantes, etc., y que no están en peligro alguno de extinción, sino en clara y evidente multiplicación, y tanto que desplaza, por falta de control, otras plantas que sí desaparecen, pero no por acción de las cabras. Y, en supuesto improbable de pagar sabinas, pinos y cedros, éstos, precisamente desplazarían y harían desparecer justo la foresta rica que ya existe en la zona dada sus características y necesidad de sol, que lo tienen en abundancia y tanto que son muchos los que senderistas, incluidos militares han perdido la vida ante la insolación (a un servidor mismo se le asfixió y murió una joven de 17 años, por la fuerza del sol, donde nada es posible plantar, pues lo intenté en Peñón Bermejo y solo conseguí junto al mar me pegara 50 palmeras que allí siguen o están, pero nada más, sino teheras, juncos, balos, etc., lo que ya existe es suficiente, ya está bien forestado todo, con lo propio, y no con nada importado o invasivo, que se secará al primer verano, como se puede observar en miles de plantaciones realizadas por el cabildo engañando a Europa).

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