viernes, 18 de marzo de 2016

Engaño

No nos dejemos engañar por el cabildo...
... que mata las cabras con una falsa justificación. Maten culebras y arranquen rabos gatos.  Se preocupen de otras cosas, como crear trabajo, reducir el paro, deshacer el carnaval fuera del carnaval, reducir el fútbol, y dejar las cabras libres, y no mentir, hay que ser más sensibles y defender la vida de las cabras.
Ese odio, rencor y desprecio del cabildo que nos ha metido en esta batalla, y hay que evitar esa matanza. Hay que resistir y decir no y defender la vida de todos los animales, más allá de perros y gatos. Son nuestras las cabras, no del cabildo; un cabildo que no tolera las cabras, y las mata; piensan distinto a los cabreros o pastores, han perdido el valor de lo que es parte de nuestra vida, y nos insultan con esa matanza, contra la dignidad del campesino. Escalan en violencia, la misma que quieren evitar y la practican a tiro limpio. Y el cabildo se equivoca. No podemos vivir por más tiempo callados, no nos pueden reducir al silencio. Hay que resistir a esta provocación. No debemos hacer oídos sordos, y dejar se ridiculice al pastor, se burlen de los cabreros o campesinos, son el símbolo de la canariedad, y encima los acusan no tenerlas en regla o según normativa. No tienen creatividad, ni otra solución sino matarlas. Hay que reaccionar: no está bien eso de matar cabras. Hay límites para el cabildo que no debe saltar, y sin embargo lo hace. Hay que reaccionar. Han convertido el campo en un campo de batalla, a tiro de rifles. La clave está en decir no, y descubrir la verdad. No todo vale. Las cabras son nuestras, de nuestra Historia y tradición. No debe reírse el cabildo de los dueños de las cabras libres, deben respetar la vida de esos animales y defenderlas y no dar paso a un conflicto innecesario contra la dignidad de los pastores. Hay que darle vuelta a esta realidad. Se equivoca el cabildo. No a la guerra; éste, no es el camino. Ya hay bastante de esto en el mundo: matanzas y a tiros, que hay que desaparecer. No es así lo que hay que hacer, sino parar, ¡ya!
El padre Báez, que lucha contra el poder mayúsculo, dictatorial y abusivo de un cabildo matacabras, que desaparece así lo mejor de la cabaña caprina, la envidia del mundo, por ser las nuestras las mejores, y ellos (el cabildo), las matan, además impunemente, pues el seprona (la guardia civil y su propio miedoambiente) miran hacia otro lado, como sordos que no oyen los tiros, y ciegos que no ven las cabras muertas a tiros, ni escuchan al pueblo que en masa (el 99,99 %) les pide no sigan matando las cabras, y las dejen donde siempre han estados, desde hace siglos, en su medio mejor: el Macizo del noroeste, y limítrofes, lugares propicios solo para ellas, ante la imposibilidad de otra vida, ni animal ni vegetal, solo lugar de cabras: el risco (los riscos).
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“... con saña, los enemigos... hablan con fingimiento, disimulan su mala intención... hacen cálculos siniestros...” (salmo 40). / “... están al borde del abismo... bajan muertas... caídas yacen sin vida... les arrancan la vida... las rodean...” (salmo 87).
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Un amigo abogado, de la isla de Lanzarote, esto es lo que me dice:
Si la cosa es cierta; significa, que poco o nada haya cambiado, en las ínsulas, desde la conquista. Los de fuera a reclamo de algunos de dentro, continúan agrediendo; unas veces intentando alterar las costumbres y otras, incluso, arrumbando los sentimientos más profundos heredados. La culpa, la tienen los que apoyan, con sus votos a los ajenos y propios, pensando serán la solución a los problemas isleños, sin denotar la falacia en la que les han sumido. Como dice un gran y conocido compatriota, esto no es más que una pugna entre españoles y canarios. No olvidemos, los de fuera vienen llamados por los de acá que disienten de sus propias raíces, causa de un sentimiento de inferioridad, propio del síndrome del colonizado. En fin, hoy se combate a las cabras libres, cual ayer fueron los "atrasados y asalvajados indígenas". Padre, oremos por la salvación de las almas de las cabras libres, pues sus cuerpos serán abono, en el mejor de los casos, de la tierra en la que antes pastaron en libertad. Al caso, cabe una pregunta: ¿Dónde están los defensores de los animales? (J.F.R.).

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