domingo, 13 de marzo de 2016

Agaete-Pepe dámaso

Antes, a la entrada de Agaete...
... por donde la subida al cementerio, una rotonda, que años atrás -unos diez- mostraba la mejor tarjeta de presentación, y era ella unas cabras en sendas chozas, al margen de la carretera, era algo bucólico, hermoso y de grata visión, y ello no tanto de cara a propios como sobre todo a turistas o extraños, que entrando a la isla por Agaete, a través de su puerto, se llevaban en la retina -y no pocas veces en sus cámaras de fotos- una de las estampas más bonitas de la isla, pero no sabemos a quién se le ocurrió quitarlas de donde eran y son hasta un reclamo y exposición de algo que más allá de una cultura era el emblema, tarjeta y presentación de la mejor cabra del mundo, y que cual vergüenza se oculta trapos sucios, llevando a esa consideración lo mejor que tenemos -o teníamos y de lo que cada vez queda menos- y hemos heredado y que toca a su fin con la matanza que sobre ellas está decretada por un cabildo que mata lo mejor que tenemos y tantos nos las solicitan. Es decir, despreciamos lo que todos aprecian. Cuando no defiendo la vuelta de las cabras a dicho sitio, al menos una representación plástica de sendas figuras que las recuerden y perpetúen como el famoso toro de Osborne por todo el territorio nacional, y es una idea (que bien pudieran dar o pedir a Pepe Dámaso, y así emule al también pintor Pablo Picasso, con su Chiva, ¡qué bueno, contáramos con la Cabra, de Pepe Dámaso -si la pintara-, y así suplir en parte, lo que su pueblo natal hizo con las cabras citadas. ¡Ojalá llegue al pintor esta idea, y la veamos hecha realidad!
El Padre Báez, que encuentra antecedentes de acabar con las cabras en el ajunta y miento de Agaete, que fue primero en quitarlas de la vista de todo aquel que entrara o saliera de la isla por su Municipio, que lo mismo hace ahora el cabildo que pretende quitarlas más allá de rotondas, allá por los riscos y montañas, barrancos y laderas, a tiro limpio andaluz, como los bandoleros de sus cuevas en el siglo pasado y antes, pagado abundante y generosamente por el cabildo para tal acción, del todo más que deplorable.
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“... no merecen la muerte... las ejecutan...” (Hch. 13, 26-30a). / “... saltan como cabras...” (salmo 113).
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Declaración Universal
de los Derechos de los Animales
Considerando que todo animal posee derechos y que el desconocimiento y desprecio de dichos derechos han conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los animales, se proclama lo siguiente:
Artículo No. 7
Todo animal de trabajo tiene derecho a una limitación razonable del tiempo e intensidad del trabajo, a una alimentación reparadora y al reposo.

 Aunque se sobreentiende aquellos animales, que son utilizados para el trabajo de acarreo, arada, tira de carros, etc., son animales que han de tener un trabajo prudente, sin explotarlos, o matarlos reventados por esfuerzos más allá de sus fuerzas (en mi infancia recuerdo la muerte de una yegua blanca de Manolito Alonso, en La Lechuza, en manos de alguien a quien le prestó el animal, cómo, cargada de haces de millos, cayó muerta en la orilla de la carretera, por donde venía sobrecargada), y ello exige, una alimentación más que reparadora, la justa para su salud normal, y nunca se le ha de privar del descanso necesario para su recuperación del esfuerzo realizado. Si aplicamos esto a las cabras, si se las utiliza para el ordeño de su leche y así explotarlas en ese menester o trabajo implícito, téngase en cuenta estas tres ideas, emanadas de este artículo nº 7, que dice: no explotarlas de forma excesiva, en el solo producir; se la alimente de forma adecuada, sin dejarla pasar hambre, sin prohibirles comer de la rica y variada flora de nuestra tierra (la misma que le prohíben coman, para que lo haga con piensos y pajas venidas de fuera, y que por sus componentes, las enferman y matan; y siempre, déjesele el descanso o reposo conveniente para su salud y bienestar, sin llevarlas al mal trato de abusos en el trabajo, dejarlas pasar hambre y no darles el descanso necesario ya citado y repetido. Está claro que el cabildo no tiene en cuenta lo dicho: las mata, sin más, cargándose toda normativa declaración: ni reposo, ni alimentación, y con abuso en su explotación.

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