Y ésa: “¡es más puta
que las gallinas!”...
... es lo que se decía y un servidor recuerda haberlo
oído mucho, con verdad o mentiras, acerca de alguna muchacha o señora, que de
ser cierto no me lo imagino, tratándose del campo, pero que haberlas las debían
haber y esa era la comparación, y que a pesar del mal sonido, y hasta
desagradable comparación,
algo de veracidad debía tener la comparación por
aquello de la falta de fidelidad, pues independientemente del número de ellas en
el gallinero, ante el gallo del mismo, todas se agachan, sin más pudor ni resistencia tratan de evitarlo, con lo que la
honestidad, y otros valores de la castidad y pureza, como que en ellas (las
gallinas) dejan mucho que desear. Con lo que, no todo es ejemplar en la vida de
las gallinas, y al dicho me remito, que dada la vida cada vez más alejada de lo
rural y de los gallineros, se está perdiendo dichos y comparaciones, por más que
escandalosa para oídos castos y santos de beatos que orinan agua bendita, que se
escandalizan del verbo y no de las acciones de personas que en esto y en otro
tanto nada ejemplares son; pero, -sin más- dicho queda.
El Padre Báez, que dudó en poner y comentar título y
demás en este escrito, y me lancé porque no soy yo, sino que digo lo que oí o
escuché cuando niño, joven, y hasta adulto. Que por otra parte, calificativo,
profesión o como quieran también en canción se lo aplican a las cabras con
aquello de “la puta de la cabra”, aunque para
mí, son unas “santas” por sus buenas obras: la leche, el baifo, los cuernos, el
estiércol, el cuajo, el beletén, la piel (cuero), el queso, el suero, etc., etc.
Pero, el cabildo las mata, ¿será por eso, por esa consideración o apelativo de
la canción? Si por eso fuera, pocos escapaban vivos, empezando por el cabildo,
¡digo!
¡Salvemos Veneguera de
nuevo!
El presidente del cabildo -un tal Antonio Morales, de
Agüimes él- dice que con llenar Veneguera con 350.000 pinos obtenemos soberanía
energética, un servidor en su ignorancia, no sabía los pinos dan soberanía
energética-; que ya el territorio no es más para cabras ni hortalizas, sino solo
y todo para pinos y más pinos; que si se llena la isla de pinos, eso va a ser un
atractivo más para el turista, que vendrá a ponerse a la sombra de los pinos
huyendo del sol; que también usted, pobre diablo del campo si tiene un huerto
donde plantar sus papitas, lo done al cabildo que se lo planta de pinos y ya
sabe lo que puede comer después (¡pinocha!); que en realidad son 200.000 pinos y
el resto, hasta los 150.000 más son almácigos gallegos, dragos de Icod de los
Vinos, sabinas del Hierro y acebuches de Ingenio, porque de olivos ya estamos
más que bien servidos y nos sobra aceite y aceitunas; que todo esto es para
crear puestos de trabajo en viveros... Ayer en Tunte un grupo de señoras me
pedía movilizara a la provincia (a la isla) con un “de nuevo salvar Veneguera” de
ese estropicio de llenarla de pinos. Pues ahí va la primera piedra, debemos
evitar ese gamberrismo, de no plantar lo propio del lugar: mangos, aguacates,
naranjos, plataneras, etc. Pero mejor si lo dejan como está, pues ¡vaya mierda
de isla le está dejando el cabildo a nuestros hijos y nietos!, se tendrán que
marchar de aquí, para que solo vivan los pinos como antes del siglo
XIV.
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“... ¿por qué
nos han herido sin remedio?...” (Jer 14, 17-22). / “... la cizaña se arranca y se quema...”
(Mt 13, 36-43). / “... los encontramos impreparados... quedan
en ridículo...” (2 Cor 8, 1-15). / “... oh hombre, imita a la tierra; produce
fruto igual que ella, no sea que parezcas peor que ella, que es un ser
inanimado... La tierra produce frutos... ¿Es que no ves cómo dilapidan el
dienro...?... Debería estar agradecido, contento y feliz por el honor que se le
ha concedido...” (de las homilías de san Basilio Magno,
obispo). / “... no hace más que mentir, habla con
labios embusteros, con lengua fanfarrona...” (salmo 11). / “... ¿hasta cuándo vamos a estar
preocupados, con el corazón apenado todo el día?, ¿hasta cuándo va a triunfar
nuestro enemigo?...” (salmo 12). / “... se extravía obstinado... y devora al
pueblo...” (salmo 13). / “... árboles que no dejen de dar fruto...”
(Jr 17, 7-8).
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