sábado, 2 de julio de 2016

tenía tres...

Tenía tres (3) cabras en una cueva...
... más bien era un covacho, un zoco, porque las cabras, para dar leche, necesitan estar resguardadas, en un lugar tranquilo, azocado, soleado también, pero sin que le dé mucho el aire, el viento, la sorimba, etc.
Y, ¿para qué más cabras?, si con las tres que tenía hacía un queso de kilo y medio, que luego, sacaba el cuchillo, lo partía por la mitad, y le decía a la vecina: “¡toma, pá tus hijos (la señora tuvo 18 hijos, de los cuales le viven doce). Historia, contada en Tecén, el Domingo último después de Misa de 10,00 como cada semana, y toda vez las cabras ya me siguen a todas partes, por asociación de ideas, es raro no se hable de las cabras, allá por donde vaya o esté¸ y casi siempre, este es el comienzo: “... le vi en la tele el miércoles, y eso que usted dice del cabildo que mata las cabras, es verdad..., pero, ¿por qué mata las cabras?, ¿qué mal hacen?...”  Y entonces te cuentan estas y otras Historias, que por no tener grabadora, se pierde uno lo mejor, aunque en resumen apretado, o en cuanto a la idea central, queda -sin matices- recogida en estos -y otros- comentarios, tantísima documentación oral.
El Padre Báez, sin querer recogiendo testimonios, pasajes, hechos, singularidades, la generalidad, etc., etc., de las cabras, que es tanto lo que escucho y me cuentan, que lo mejor queda por transcribirse, dado que no llevo grabadora, y solo me quedo, con el resumen. En este caso, el compartir, la sensibilidad de que tiene con qué compartir y remediar la pobreza ajena, y de por medio, la protagonista -las protagonistas-: nuestras cabras. Cabras, que el cabildo trata de exterminar, y pasadas las elecciones, ¡pronto les hago un cuento!, pues como cantara Gustavo Adolfo Bécquer: “... volverán, las oscuras golondrinas...”, volverán los tiros desde anda-Lucía, a matarnos lo mejor de la fauna, con permiso del miedoambiente, y sin que el seprona multe al cabildo, a pesar de no matarlas, y dejarlas sufriendo, en contra del maltrato no permitido y castigado por leyes. El poder, cuando pasa de democrático a dictador, hace lo que quiere y se salta toda norma, normativa, ley, etc.
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Vuelto de Madrid, donde estuve una semana en El Escorial, en la Escuela de la Caridad, retomo los habituales comentarios, agradeciendo la multitud de correos como éste, el de mi buen amigo el abogado Don Juan Francisco Ramírez:
Estimado Padre Báez: Hace días que no recibo sus habituales correos; de ahí, que me haya suscitado la preocupación. Espero, se encuentre, a Dios gracias, bien de salud. Reciba un cordial y atento saludo (Juan F. Ramírez).

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“... tomad en serio vuestro proceder en esta vida...” (1P, 1, 17-

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