No son como las de antes...
... y pido perdón y hasta aconsejo deje de leer lo que
sigue, y nadie diga le coge de sorpresa pues el
que avisa no es traidor, que le va a sentar mal, y hasta van a tener a
partir de ahora un mal concepto de uno, así que -no siga leyendo- y allá usted
si me desobedece o no me hace caso, que:
quise comprobar lo que sucedía en mi
infancia y juventud, en las tuneras a donde íbamos a hacer nuestras necesidades
(o hacer la mayor [cagar], como se decía), y el lugar estaba siempre limpio,
porque las gallinas de entonces lo desaparecía todo (y hasta había que
ajuliarlas o echarlas, porque si te descuidabas hasta te picaban en el ano o
culo), a picotazo y más si habían pipas de tunos o trozos de judías y garbanzos,
que es el caso que por comprobarlo, cojo mi papel higiénico pertinente, y toda
vez vivo solo, me voy al gallinero y sin pudor ni vergüenza, defeco, y ello, con
la total indiferencia y apatía de mis gallinas, que lo vieron porque se
acercaron, y no creo que por el olor, y el caso es, que no le hicieron: ¡ni
caso!, y allí está la deposición, a la que visto después, he visto han ido
algunas moscas, pero todo sigue intacto. Y, he pensado: ¡tanto han cambiado!,
que acostumbradas a restos de queso, amasado con gofio y pan, a arroz, lentejas,
sandías, tomates, y cuanto se me ocurre (más todo lo verde que les echo), que
todo lo comen, están regaladas, mal acostumbradas, razón por lo que a mi caca (o
mierda), ¡no le han hecho ni pisca de caso! Y, sí, ciertamente, me he llevado
una gran decepción, pues pensaba, que como las de antes, no iban a dejar ni
señas, y allí está, sin un solo picotazo.
El Padre Báez (ya se lo advertí), pues que vengo de
visitar al vecino, y en el patio, sin inmutarse, el enorme gato gris, hecho un
ovillo, y comenta su amo y señor: ahí está y no se entera ni de ratas ni de
lagartos, solo ataca a los pájaros (y pensé en mis gallinas), Pues, mis amigos,
¡lo que va de ayer a hoy! También los animales han mutado, y ya ven dos
ejemplos; menos mal, que las que no cambian y siempre tiran pal risco son las
cabras, que pobrecitas mías, por ello -precisamente- el cabildo va y nos las
matan.
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Me imagino, ustedes, mis amigos lo saben, y ya me
ocuparé debidamente vuelto de las vacaciones -quien las tengan- éste y otros
temas, que: en Veneguera, de donde los mejores mangos, los mejores aguacates,
los mejores plátanos, etc., el cabildo va a plantar, no 3 pinos, ni 30 pinos, ni
300 pinos, ni 3.000 pinos, ni 30.000 pinos, sino la friolera cantidad de 300.000
pinos. Pues, ya lo saben: ¿comeremos pinocha?, ¿exportaremos pinocha? ¿Ven ahora
claro, por qué matan las cabras? Dicen: “¡las cabras se comen los pinos!”
Mayor imbecilidad no existe. Pero, sobre todo esto, ya les ampliaré comentarios.
Recuerden: van a plantar 300.000 (trescientos mil) pinos, en Veneguera. Y la
pregunta del millón: ¿los regarán para que peguen?, ¿pegará uno solo? ¡Vaya
derroche de dinero, para nada! Es, el cabildo que tenemos: ¡una
joya!
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“... son una
peste funesta... un peste que se desliza... una epidemia... que devasta...”
(salmo
90).
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