martes, 19 de julio de 2016

llamaban a...

Llamaban a los chiquillos: “¡pollillos!”...
... ¡y mira si del gallinero salían además de huevos, estas referencias para significar que el niño crecía y se hacía un hombrecito, y no gallo, pero sí “pollillo”, con lo cual las referencias a las gallinas o a sus pollos, no terminan ahí, como seguiremos viendo durante este paréntesis veraniego, en espera de la vuelta al curso, para echar abajo ese atajo de imbecilidades y mentiras dadas o dichas por el cabildo a través del miedoambiente a Don Pedro Toledo!
Que, vuelvo a la chiquillería, que cuando con vello crecido en las piernas, y llegada la hora de cubrirlos con pantalón largo (¡todo un acontecimiento!), el niño pasaba a ser un “pollillo”, y así era requerido si el que lo llamaba desconocía su nombre -y aún conociéndolo- y así con: “¡oye, tú pollillo, ven acá!”, con lo que el citado, respondía pronto como el gallo que le comienza a salir la cresta. Toda una referencia que se va perdiendo y no sé si por algún rincón perdido o barranco de la isla algún anciano o persona mayor sigue llamando así al niño o nieto que se cruce, que entonces era lo habitual, el “¡se está haciendo un pollillo!”, señal clara que crecía. Una vez más, el gallinero y en él las gallinas referenciando nuestra vida. Sin olvidar -repito- el mundo de las cabras, que nos ha marcado con creces al de las gallinas, que también, pero éstas al menos se libran de los tiros de anda-luces, por parte del cabildo, ¡que todo se andará!
El Padre Báez, rastreando la memoria, para rescatar o al menos dejar constancia de un ayer, que desgraciadamente -pienso- no se va a reponer; en primer lugar, porque ver un “pollillo” por ahí es cosa harto difícil dado que el ritmo de vida y el comportamiento humano ha cambiado tanto que solo consigue, entre otros males, personas obesas, por andar -o no andar- sentados tantas horas, que deforma incluso nuestra condición o configuración física, la de mayor hermosura del mundo, así dicho en 1402, por aquellos normando descubridores.
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Y, cuando digo cual “deslenguado”: “cabrón” o “manada de cabrones”, etc.,  (hecho insignificante que escandaliza a adúlteros, violadores, infieles -en doble sentido [de fe y con sus parejas]-, ladrones, ateos, chulos, borrachos, etc., que no se avergüenzan de sus comportamientos y tropelías y se escandalizan por términos como los citados, recogidos por la Real Academia de la Lengua, y en uso por la generalidad o totalidad del pueblo parlante español o castellano, y he aquí a un auténtico Ladrón, pues cuando digo “ladrón”, también me refiero a éste (o a él):
Apreciado Padre Báez; algunos individuos le tienen por un orate deslenguado; cuando, probablemente, sean ellos los que hayan perdido el juicio; pues, todo el que olvida o rechaza sus raíces étnicas, por creer son de menos que las de fuera, esos, sí que son verdaderamente alienados desde un punto de vista antropológico, e histórico sociológico. Su defensa de las cabras, que, más de uno, piensa es una quimera, no sea tal; más aún, lejos de ello ahonda en el auténtico problema del pueblo canario que arrastra desde la conquista y menoscabo al que se vería sometido; es decir, quedando huérfano de líderes en pro sus auténticos intereses del pueblo canario; aplicando un símil marinero, podríamos decir que las naves canarias (islas) navegan por la mar océano, sin los pilotos náuticos y/o los capitanes aptos que eviten que las mismas zozobren. Nada, o muy poco, ha cambiado desde la conquista de las tierras insulares canarias; conquista, en la que se distinguieron por su inusitada inhumanidad y crueldad, personajes como el pirata "Cabrón" (Capitán don Pedro Hernández Cabrón - gaditano de ascendencia genovesa), que junto a un tal Pedro de Vera en el año de 1480 pusieron sus miras rumbo a las costas de la Gran Canaria; ambos personajes, al servicio de la Corona de España para su mejor gloria y fortuna de los Reyes Católicos. La figura de tan nefasto personaje, principalmente para los aborígenes isleños, ha dado nombre a una playa de Agüimes (El Cabrón); de tal calaña han sido, en más de los casos deseados, los personajes que arribaron a las afortunadas; por ello, más bien merecerían ser nombradas desafortunadas, por los inmensos males recibidos de los muchos  y varios aventureros que tanto mal infligieran, durante y después de la conquista, a las gentes de estas ínsulas; mas, los males no terminan, pues hasta el día de la fecha continúan los agravios, en una u otra manera, contra el pueblo canario. A continuación dejo enlace, para aquellos que quisieran conocer algo más de la figura del pirata Cabrón. Así mismo, cabe citar el libro titulado "Llamadme Cabrón. Historia de un pirata" del Historiador don Javier Fornell Fernández, publicado por Ediciones Mayi, Cádiz, 2010 (264 páginas).




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El capitán andaluz formó parte de la conquista de la isla y perdió su dentadura en la cala que hoy lo recuerda en Agüimes

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Envío de este correo, que agradezco a su autor: el amigo abogado y tertuliano: Don Juan Francisco Ramírez.

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“... y señalando con la mano...” (Mt 12, 46-50). / “... a los que se pierden...” (1Cor 2, 12-3, 6). / “... sin descanso, furiosos, maldicen... con cólera nos tiran...” (salmo 101). / “... malvados con corazones torcidos... en secreto difaman... cometen fraudes, dicen mentiras...” (salmo 100). / “... dicen falsedades, juran en falso...” (salmo 143).

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