jueves, 6 de agosto de 2015

tierra

Tierra, ¿para las tabaibas?...
“... este desierto para que muramos en él...” (del libro de los Números 20, 1-13)./ “... escarnio... irrisión y burla de los que nos rodean...” (del salmo 43)./ “... ansían matarnos...” (del salmo 56)./ “... muchos años vivirán así... después volverán a buscar...” (del profeta Oseas 1, 1-9; 3, 1-5)./ “... y de las islas ... broten las espigas como hierba en el campo... y llenen la tierra...” (del salmo 71).Nota: el salmo 71, habla de las Islas Canarias.
... la tierra, es para producir alimentos, y ya de por sí es ecológico todo lo producido. Las tabaibas degradan a la tierra. La tierra cultivada, construye comunidades. Cada tierra, tiene su propia cultura. La producción industrial y global, nos ha traído hambre, paro, miseria, desaparición de recursos, desigualdades abismales, contaminación, acumulación de basuras o residuos, la desaparición de la agricultura y ganadería...
Para regenerar la agricultura, hay que acercarla, ponerla aquí, sin más. Ya es cuestión de moral o ética, si lo miramos desde la filosofía. Sobre la mirada teológica, ya les he dado -y doy citas bíblicas y otras-. El gran error, es olvidar a las generaciones que nos van a seguir; tienen derecho a poder comer de la tierra, y no se la debemos dejar estéril, envenenada e inutilizada por culpa de las tabaibas. Pienso, que el cambio de una agricultura por otra, ha sido la causa de la crisis en la que estamos y de la que tardaremos mucho en salir. Hay que devolver a la tierra la agricultura, que le es afín y su razón de ser o estar: darnos de comer. Para que nuestra isla -y las otras- nos puedan alimentar hay que retirar las tabaibas de su superficie (salvo una reserva en el Jardín Canario de Tafira, sin más). Tabaibas y agricultura, no son compatible, sino excluyentes. Si algo ha habido respetuoso con el medio ambiente ha sido -y lo es- la agricultura (el miedo ambiente, es todo lo contrario, ya lo dice su propia denominación popular). Tenemos y debemos recuperar la tierra, y librarla de esa lacra y veneno que son las tabaibas. Hay que recuperar la vida social en el terreno, en el campo, el campesinado (hay barrios, como La Lechuza (San Mateo [o Tinamar]), con 9 tiendas y 2 panaderías, en mi infancia, y al presente no tiene ningunas; todos han huido de allí). Que la tierra, no solo produce, sino que crea comunidad, sociedad y sus relaciones. Plantas y animales no solo están amenazados, sino que muchos han desaparecido (en flora y fauna), la sola agricultura de tabaibas lo ha conseguido, entre otros muchos males. ¿Quién dando una vuelta a la isla encuentra un agricultor? Desgraciadamente, los políticos lo han conseguido, porque ven un negocio en la alimentación que entra de fuera, y no la que saldría de dentro. Hay que abandonar esa producción intensiva de tabaibas y olvidar la de fuera, de donde nos traen toda la comida, y producirla aquí. De por sí, la sola agricultura, ya sería riqueza para el mismo suelo, y por descontado -en salud- para la población. La economía en esto, no debe contar nada, no es su campo (pues, “con la comida -como dice un dicho- no se juega”). Nunca la calidad de lo producido en la tierra propia, es como la de fuera, ¡imposible! Y, hablando de agricultura, no olvido a los árboles frutales; tampoco al ganado...
El Padre Báez.
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86. El conjunto del universo, con sus múltiples relaciones, muestra mejor la inagotable riqueza de Dios. Santo Tomás de Aquino remarcaba sabiamente que la multiplicidad y la variedad provienen «de la intención del primer agente», que quiso que «lo que falta a cada cosa para representar la bondad divina fuera suplido por las otras»[60], porque su bondad «no puede ser representada convenientemente por una sola criatura»[61]. Por eso, nosotros necesitamos captar la variedad de las cosas en sus múltiples relaciones[62]. Entonces, se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios. Así lo enseña el Catecismo: «La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables diversidades y desigualdades significan que ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas de otras, para complementarse y servirse mutuamente»[63].
87. Cuando tomamos conciencia del reflejo de Dios que hay en todo lo que existe, el corazón experimenta el deseo de adorar al Señor por todas sus criaturas y junto con ellas, como se expresa en el precioso himno de san Francisco de Asís:
«Alabado seas Laudato si, mi Señor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas
Laudato si
, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas
Laudato si
, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno,
y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas
Laudato si
, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.
Alabado seas
Laudato si
, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte»
[64].
(de Francisco, en su encíclica: Laudato si).

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