viernes, 28 de agosto de 2015

cebollas

Cebollas de Gáldar no sirven; sino, las tabaibas...
“... está en marcha un asesino de pueblos, para arrasar... guardas de campo te cercan... contra los poblados... el país está deshecho... el vergel es un páramo...” (del profeta Jeremías 4, 5-8. 13-28).
¿o es que ya no se las cultivan (las cebollas)? Porque es que llega a uno una de esas cajas de embalaje o presentación de productos de fuera, y más que nada por la curiosidad, que uno va y mira el nombre un tanto raro, y que deduzco son las dos primeras letras del nombre compuesto y la de los dos apellidos, y así cual si Juan Domingo Ramírez González se llamara, de ahí el originalísimo nombre de la empresa: JUDORAGO,
¡monumento a la originalidad, y culto a la propia personalidad!, y para que no cargue con la vergüenza la provincia, digamos, sin más pista es de Andalucía, y en cuanto a sendos papeles pegados a la caja y que son de rigor, dice: CEBOLLAS, el lugar de procedencia precedido del apellido primero ya dicho -supongamos que- de ALMACENES RAMÍREZ VALLEMORENO, S.A. Y sigue la cosa en la caja dando datos, que si desde o por la Carretera-pongamos que de La Aldea, pero que no- que con su número incluido y pongamos el de mi casa, el 54 otra vez el pueblo de origen ya dicho Vallemoreno con los teléfonos del almacén -es un suponer- 069 56 51 67, otro más por si acaso: el 069 56 51 94; también el fax por si usted quiere cebollas de allá afuera de la isla (que deben ser mejores, ¡digo!): 069.56.56.36; también lo de internet y otros: www. almacenesramirez.net y e-mail: alm.ramirez@terra.com. Y... “¡me se olvidaba (como dicen ellos allá)”!: origen: españa; cat. I; producto: cebollas; calibre (en blanco); peso neto: 10 kilos; y fuera del recuadro: ANDALUCÍA R.I.A -que no sé, y pongamos números al azar: 29/52323; más N.R.S. (pongamos que): 32.1129247/ (aquí viene las iniciales de la provincia, que obviamos)- C.I.F.A.- 29168236. Y, todo esto, en lugar de cebollas de Gáldar. ¿Qué pasa en Gáldar?, ¿ya no hay tierra donde plantar cebollas?, ¿se niega alguien a plantar cebollas en Gáldar?, ¿lo prohíbe el seprona, el miedo o/y el cabildo?, ¿por qué si producimos la mejor cebolla del mundo, nos las tenemos que comer andaluzas? ¿Acaso porque son más baratas que las nuestras?, ¿tal vez no colmamos la demanda y hay que recurrir fuera?, ¿no hay terrenos donde ampliar la plantación de cebollas en Gáldar? Por fortuna, ¿no se podrá limpiar el terreno cogido por las tabaibas?, ¿...? “¡Mi, no entender!” ¿Y usted?

P. D.- Al respecto, esto es lo que me dice el amigo A. R. F.:
Han llegado  tan lejos, que de la nada, hemos alcanzado las más altas cotas de la miseria (Groucho Marx).Han llegado a tal punto que nunca tan pocos, han hecho sufrir a tantos. Han hundido la esperanza de un mundo mejor… a partir de ya… ¿que nos espera?

El Padre Báez.
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Innovación biológica a partir de la investigación
130. En la visión filosófica y teológica de la creación que he tratado de proponer, queda claro que la persona humana, con la peculiaridad de su razón y de su ciencia, no es un factor externo que deba ser totalmente excluido. No obstante, si bien el ser humano puede intervenir en vegetales y animales, y hacer uso de ellos cuando es necesario para su vida, el Catecismo enseña que las experimentaciones con animales sólo son legítimas «si se mantienen en límites razonables y contribuyen a cuidar o salvar vidas humanas»[106]. Recuerda con firmeza que el poder humano tiene límites y que «es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas»[107]. Todo uso y experimentación «exige un respeto religioso de la integridad de la creación»[108].
131. Quiero recoger aquí la equilibrada posición de san Juan Pablo II, quien resaltaba los beneficios de los adelantos científicos y tecnológicos, que «manifiestan cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios», pero al mismo tiempo recordaba que «toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas»[109]. Expresaba que la Iglesia valora el aporte «del estudio y de las aplicaciones de la biología molecular, completada con otras disciplinas, como la genética, y su aplicación tecnológica en la agricultura y en la industria»[110], aunque también decía que esto no debe dar lugar a una «indiscriminada manipulación genética»[111] que ignore los efectos negativos de estas intervenciones. No es posible frenar la creatividad humana. Si no se puede prohibir a un artista el despliegue de su capacidad creadora, tampoco se puede inhabilitar a quienes tienen especiales dones para el desarrollo científico y tecnológico, cuyas capacidades han sido donadas por Dios para el servicio a los demás. Al mismo tiempo, no pueden dejar de replantearse los objetivos, los efectos, el contexto y los límites éticos de esa actividad humana que es una forma de poder con altos riesgos. (de Laudato si, la encíclica de Francisco).

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