sábado, 1 de agosto de 2015

agro tabaibero

La agricultura de tabaibas...
“... cada uno recobrará su propiedad... comeréis de la cosecha de vuestros campos... cada uno recobrará su propiedad...” (del libro del Levítico 25, 1.8-17)./ “... los saciaré de pan...” (del salmo 131)./ “... no hagáis nada malo... todo lo que os pedimos es que os enmendéis... construir... no derribar” (de la segunda carta de san Pablo a los Corintios 12, 14-13, 13)./
... no ha hecho sino traernos variados y múltiples problemas y conflictos sociales, económicos, ambientales, etc. Con las tabaibas, imposible cualquier otro desarrollo económico en la isla. De entrada, no se ha respetado la agricultura tradicional, para venir a la de solo tabaibas; se pierde la trasmisión de conocimientos ancestrales; desparece el diálogo o comunicación, etc.
En definitivas, desaparece la agricultura local, y su hermana la ganadería. Hemos quedado sin rentabilidad alguna, hemos perdido economía, sustentabilidad, alimentos, estabilidad, conservación, etc., todo esto nos ha transformado en lo que somos y tenemos: sin consumo, sin trabajo, sin cultura, sin futuro, sin mercado... Y, lo peor: no hay lucha alguna, no hay movimiento alguno, solo deshumanización y pérdida de valores y principios. Ya, ni conservamos a la misma naturaleza, a la que se la daña irreparablemente con la desaparición de flora y fauna únicas en el mundo, por endémica y autóctona, sin que ello importe nada a los que dicen defender el medio, con su miedo. Se ha roto la unión del hombre con la tierra, su defensor nato. Y con el cuento y la mentira de la conservación, no conservan sino que eliminan y desaparecen flora y fauna. Quieren sustituir la sabiduría milenaria con verdaderos disparates y absurdos, como no dejar coger las papas, por estar protegidas sus ramas y flores, tratando de ignorantes a sabios y viejos campesinos. Y así, la crisis, no ha terminado de entrar, sino que está dando sus primeros pasos. Vivimos en un caos de multas y sanciones, con un control por parte de “técnicos”, “policía miedoambiental” y “seprona” (el cabildo) que imposibilitan un futuro con salida, sino la emigración o muerte en tu propia tierra, sin poder tocarla. Pues son inflexibles y descomunales en cantidad a abonarles por nada y por todo en sus elevadísimas multas por auténticas naderías y simplezas, como limpiar un camino. Y todo ello, sin otra alternativa, donde ya sin ética y sin cultura (que se pierde irremediablemente). Tradiciones y saberes irrecuperables ya. No producimos alimentos. Lo que nos llega, llega falto de calidad... (continuaré mañana).
El Padre Báez.
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III. El misterio del universo
76. Para la tradición judío-cristiana, decir « creación » es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado. La naturaleza suele entenderse como un sistema que se analiza, comprende y gestiona, pero la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos, como una realidad iluminada por el amor que nos convoca a una comunión universal.
77. «Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos» (Sal 33,6). Así se nos indica que el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todavía más. Hay una opción libre expresada en la palabra creadora. El universo no surgió como resultado de una omnipotencia arbitraria, de una demostración de fuerza o de un deseo de autoafirmación. La creación es del orden del amor. El amor de Dios es el móvil fundamental de todo lo creado: « Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste, porque, si algo odiaras, no lo habrías creado » (Sb 11,24). Entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo. Hasta la vida efímera del ser más insignificante es objeto de su amor y, en esos pocos segundos de existencia, él lo rodea con su cariño. Decía san Basilio Magno que el Creador es también «la bondad sin envidia»[44], y Dante Alighieri hablaba del « amor que mueve el sol y las estrellas »[45]. Por eso, de las obras creadas se asciende «hasta su misericordia amorosa »[46]. (Laudato si, la encíclica de Francisco).

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