martes, 18 de agosto de 2015

aperos

Todo fútbol en el Tabaibal, en Inglaterra aperos de labranza...
“... se sentó bajo la encina... mientras... estaba trillando trigo...” (del libro de los Jueces 6, 11-24a)./ “... el Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto...” (del salmo 84)./ “... nos señalaste un trozo de la viña y nos dijiste: venid y trabajad...” (del himno de la Hora intermedia del martes IV)./ “... quedará abandonada la tierra...” (del profeta Isaías 7, 1-17).“... como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá  sino después de empapar  la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come...” (del profeta Isaías 55, 10-11).
... ¡y eso que ellos -los ingleses- son los padres del fútbol; pues a ver si le imitamos en la deriva por la que también ellos han optado ahora y lo priman: volver al campo, a la pequeña huerta familiar, a la producción personal, como se puede comprobar leyendo la revista que les comento: “Country Smallholding”, de March 2015: casas de campo, huertos, casetas para animales y para otros usos, remolques, trampas para roedores, aperos de labranza, complementos para tractores, pequeños tractores, libros sobre la temática campestre (agricultura y ganadería), tubos que suplen macetas y que quedan ya en la tierra con material que se desintegra en la misma, etc., todo un lenguaje desaparecido entre nosotros, y resucitados en la Gran Bretaña.
Y de nuevo un listado de expertos sobre la biosecurity de los animales, con sus recomendaciones e indicaciones al respecto; y todo ello con las pertinentes fotos, como la de la complaciente mamá cerda que se deja mamar de su s cerditos, y que parece más cuento que realidad, pero al lado “carryingout husbandry tasks (vacunación)”. Y, como toda revista la publicidad constante que suelen sustentar las publicaciones, y que en este caso, casi es indispensable pues sin salirse del tema, muestran distintos productos, máquinas, tractores, etc., como el mejor complemento al venir a cuento. Y llegamos a la que parece la reina gallina o tema central, que altanera nos mira, y sendos comentarios, y que ocupan 44 páginas a añadir a las 68 que pasan a las 112 mensuales sobre el tema que nos ocupa, de la revista en sí, que pasan así a lo que pudiera ser otra revista dentro de la revista o gran separata con inclusión del tema, aparte la publicidad más diversa, y que viene presidida del título en rojo y letra grande de “POULTRY”. (Aquí ya de gallinas, nada, que los huevos y los pollos nos los traen de fuera aunque sean gallinas viejas y estresadas, que nos enferman y matan, dicho sea de paso y como contraste). Y, tratándose de gallinas, entiéndase de gallos, pollos, y por supuesto el clásico, y propio, y elegante, y altanero gallo inglés, tan distinto y original -aquí utilizados en otros tiempos como gallos de pelea, pero que ya, ¡ni eso (prohibido)!- Y ellas (las gallinas) en el picoteo y escarbeo de la tierra, donde su mejor alimentación, y dada la amplitud del tema gallináceo, lo dejo para el siguiente comentario y a la par que nos quedamos con el “¡pío pío!” del futbol, los ingleses siguen con ese mismo sonido, pero en el gallinero. ¡Menuda diferencia!: nosotros por goles, y ellos (los ingleses) -como nosotros en otros tiempos- por los huevos [¡de las gallinas!]...
El Padre Báez.
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110. La especialización propia de la tecnología implica una gran dificultad para mirar el conjunto. La fragmentación de los saberes cumple su función a la hora de lograr aplicaciones concretas, pero suele llevar a perder el sentido de la totalidad, de las relaciones que existen entre las cosas, del horizonte amplio, que se vuelve irrelevante. Esto mismo impide encontrar caminos adecuados para resolver los problemas más complejos del mundo actual, sobre todo del ambiente y de los pobres, que no se pueden abordar desde una sola mirada o desde un solo tipo de intereses. Una ciencia que pretenda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social. Pero este es un hábito difícil de desarrollar hoy. Por eso tampoco pueden reconocerse verdaderos horizontes éticos de referencia. La vida pasa a ser un abandonarse a las circunstancias condicionadas por la técnica, entendida como el principal recurso para interpretar la existencia. En la realidad concreta que nos interpela, aparecen diversos síntomas que muestran el error, como la degradación del ambiente, la angustia, la pérdida del sentido de la vida y de la convivencia. Así se muestra una vez más que «la realidad es superior a la idea»[91].
111. La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial. (de Laudato sí, la encíclica de Francisco).

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