viernes, 9 de septiembre de 2011

Sencilla lección de Historia

Hubo un tiempo, en el que la única Iglesia de Jesús, se mantuvo unida, hasta que en el siglo XVI, aparecieron una larga serie de “reformadores”, que quisieron poner las cosas a sus gustos, y se separaron o escindieron de la Iglesia, formado distintas y variadas familias religiosas, que a su vez de dividían y se subdividían, y ello hasta el presente.

 Al quedar desmembrados, y sin cabeza, pronto cada subgrupo se separaba del grupo que a su vez se había separado de otro grupo, y que otros hicieron otro tanto, y así de forma incontable, y difícil de enumerar; y tanto, que al presente cada día por término medio aparecen o surgen dos nuevas familias con denominación de autenticidad y llamándose los únicos en posesión de la verdad y por tanto los verdaderos cristianos, hasta que en breve, se les vuelven a segregar o separar un nuevo grupo, y de éste otro, y otros, y así, forman varios miles de familias cristianas (llamadas también sectas), que pululan como moscas, en torno a la Iglesia de Jesús, la que sigue fiel al Maestro y a su Vicario, a la que todas por separado, pretenden dar lecciones de continuo, cuando no ataques llenos de odio, desde sus visiones a veces extravagantes y absurdas.

Y este, es el panorama que tenemos y que va  a más. Tal vez, con un ejemplo, lo veamos más claro. Si nos referimos a los mormones, ¿a cuáles de ellos, entre sus más de ocho denominaciones o grupos distintos nos referimos? Otro tanto digamos de la enorme y variada gama que ofertan los evangélicos, pues son tantos como incontables sus grupos, en los que cada fracción, se diferencia de las otras en minucias o en planteamientos totalmente divergentes y disparatadas, y todas y cada una diciendo ellos son los verdaderos.

Y nada diga si hacemos caso a las biografías de los cabecillas (que no “cabezas”), de esas más que múltiples y variadas ramas (y nunca mejor referencia a ellos, pues desgajados del tronco, son precisamente ramas o secciones [sectas], secas y muertas), que por poner un solo ejemplo, tenemos el de los anglicanos, que tienen por padre y fundador a un rey maniaco y obseso sexual, insaciable en el placer de la carne, y jefe de la familia (que no “iglesia” -como los otros-), a un rey hereje, que se prolonga en el tiempo, en la papisa reina de Inglaterra Isabel, que de llegar al trono su hijo Carlos, la Camila (católica ella), pudiera ser la jefa de esa iglesia, de la que huyen obispos, sacerdotes y feligreses, ante las aberrantes decisiones tomadas por sus sínodos.

Mientras, la Iglesia de Jesús (la católica), sigue unida a Pedro, la base y cimiento, recibiendo de continuo el ataque de rabia y de rencor, de los que se han ido de ella, sin haber sido echados, y a la que cada vez más, regresan los que se fueron.

El Padre Báez, que -Licenciado en Teología y experto en Historia de la Iglesia-, hoy les ofrece un apretadísimo resumen, para poner a cada cual en su sitio.

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