sábado, 10 de septiembre de 2011

Papa caliente...


Papa caliente la de los cosecheros de este tubérculo, que cuales muertos de hambres, sumidos en la mayor miseria, piden como los que lo hacen a Cáritas, que se les ayuden, y no a enterrarlos, precisamente, sino en su maltrecho negocio: ya que tienen como competidores a productores o cosecheros ingleses, que son más fuertes que ellos, y -naturalmente- contra ellos, no pueden.

Veamos el planteamiento, es el siguiente: Un pobre tabaibero, que se dedique a plantar papas, para vivir y comer de ello, lo tiene más que difícil- ¡por eso hay tan pocos, y a menos que va la cosa!-, que se ven forzados, cuando no obligados, a bajar y rebajar los precios de sus sudores (las papas), porque las que vienen de fuera vienen por los suelos, casi regaladas, y claro, ellos no pueden, sumando gastos perder, al vender igual o por menos que los que las traen de fuera, ¡sencillo!, ¿no?

Y, de cajón, de seguir así esta política patatera, el del Tabaibal, tendrá que rendirse, bajarse los calzones, y sentarse en el suelo, sin dar un golpe más al terreno, porque este estado de cosas, sencilla y simplemente hace que el de aquí (el tabaibero), no siga plantando papas, porque siempre tendrá las de perder, y ello a riesgo incluso de que desaparezca las pocas plantaciones de papas que nos quedan, en un futuro inmediato, pues nadie es tan tonto de gastar 20, para vender a 10, ¡es un decir!

Y si no hay una ayuda al sector (palabra que define o se refiere al que planta papas), pues, ¡apaga y vamos!, pero que no es ayuda económica (que por otra las arcas están más que vacías), la cosa es más simple: no dejar entrar papas de fuera, mientras no se hayan vendido las de dentro (es decir, las del Tabaibal o de aquí): ¡esa es la ayuda, sin más!, pero...

... la cosa es grave, porque si ponemos en orden de mayor a menor cantidad de producción en el Tabaibal, lo que producimos, tenemos: que lo que más producimos son plátanos (y casi no se ven plataneras, y los plátanos hay que tirarlos); le siguen los parrales (el Viso incluido), y cuatro más que hay por La Lechuza, sin olvidarnos de los viejos parrales del Monte, ya caducos, y enfermos, que la uva, no se vende, y el vino menos; vienen ahora las papas, que está de forma y manera testimonial y a menos, pues le pasará como al tomate que ha desparecido, y ¡¡viva la agricultura!!

Pero, digámoslo claramente, y con un ejemplo: usted va al Mercalaspalmas, y se encuentra una inundación de papas de fuera baratísimas, y en un rincón unos cuantos sacos (¡pocos!, de la abundantísima cosecha tabaibera), a precios desorbitado, ¿qué compra usted, sumido en el paro, en la crisis, y que el dinero no le alcanza para el pan?, ¡pues ya está claro! Mientras no demos preferencia y salida a la papa nuestra, la de fuera se come a la nuestra, que la devora y desaparece. Porque es de género tonto poder llevarme 3 kilos de papas tabaiberas por 0,90 céntimos, cuando por ese mismo precio, me llevo 5 kilos de papas de fuera, ¿o no?, salvo que se sea tonto del bote, o se sea rico (trabajador en alguna administración o uniformado de los muchísimos que tenemos sin hacer ni producir nada).

En cuanto a lo anterior, poco le importa al comprador, que las condiciones sanitarias, calidad (sol, tierra, abonos, agua, etc., de aquí), no sean comparados con las que vienen de fuera y, ¡a saber como vienen!; peor, ya se sabe que quien compra barato, paga basura, y come mierda (con perdón, pero que es palabra que está en el diccionario, y es sinónima de basura); basura que mata, pero por lo pronto, a la que están matando es a la papa tabaibera (antes “canaria”).

El Padre Báez, que a duras penas saca -por falta de tiempo- las papas que se come, y cuando no, aunque sean más caras compro las de aquí, pero sin que me engañen, porque ¡esa es otra!, te dicen que son de aquí, y te engañan como antes a un chino.

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