miércoles, 14 de septiembre de 2011

Mi 8 de septiembre...


Desde niño en brazos de mi madre, por promesa; luego, de la mano de mi padre, para no perderme entre tanta gente, y ya de mayor siguiendo lo que es una tradición, ya es cuestión de fidelidad, que cada año -y tengo ya 64-, fui 65 veces al Pino (la primera vez, en el seno materno). ¡Y claro que es un día único, hermoso, familiar, de recuerdos y nostalgia (aquellos camiones de tablas, caballos de cartón, la pluma primera, los romances, etc., que sucesivamente, cada año, se iba llevando uno como recuerdo; juguetes primero, útiles de enseñanza después, y así, hasta el presente. Con la diferencia abismal, de ir antes caminando desde La Cumbre, pasando por Utiaca, Arbejales, y volver también a pie.
Ahora, ya todo ha cambiado: todos en coche, salvo ese resquicio. Pero, van más allá los cambios; tengo para mí, que entonces el día grande, el día mayor, el día de todo diocesano canario, era el 8; ahora, por mor de unas carretas o carrozas, carrozas o carretas, como que el día grande, se ha desplazado y se ha adelantado al 7, que viene a ser un día alitúrgico, pues se va al Pino, pero no tanto a la Fiesta, y decir Fiesta incluye -y sin ella no hay Fiesta- la Misa. La Misa del día de la Patrona. Es algo emotivo, solemne, pletórico... ¡Claro, que la víspera, tiene su pero, y es que aunque solamente fui una vez, y ello con una cámara televisiva, para registrar el evento, uno por aquello de los prolegómenos de la Fiesta, aunque más pagana que otra cosa, pues un rato, como que mira parte de la retransmisión, y ello, rompiendo unos seis meses o medio año, sin ver la tele-basura que tenemos, y por eso mismo, a intermitencia y de forma muy parcial, porque, ¿quién aguanta tres horas de visionado de la tele, con ese zafarrancho de gente acercándose a la imagen de Ntra. Sra., para  besar al Obispo y sacerdotes, dejar unos plátanos, con muchas flores, danzas y bailes, toques y cantos, que me recuerdan una más, de las tantas ronerías, en lo que se están convirtiendo las romerías (ayer al volver del Pino (Teror), por donde el puente nuevo -para estrenarlo y verlo), pude comprobar o ver cómo había por la cuneta u orillas de la carretera un río de botellas vacías, sin que este pueblo aprenda urbanidad, ni los políticos coloquen cada cien metros un contenedor-, que volviendo con lo que traía, es decir la Ofrenda, cree uno, y es opinión muy personal- que aquello, más que Ofrenda es la promoción turística de algunos municipios, y la ingenuidad de presentar oficios y símbolos, que nada tiene que ver, y es un aprovechar un hecho, para mostrar otro (¡un tanto carnavalero!); pues que no es un lugar y espacio, para enseñar tradiciones, fiestas (¡el Charco, por ejemplo!), tampoco profesiones (¡barberos de otros tiempos!), porque además de caer en lo chabacano, se entra en el absurdo y ridículo. Entiendo, que nada de eso es comida dado que lo que se hace es una ofrenda, y se piensa en los más pobres, y no tanto en la identidad propia de un determinado lugar, que algunos hasta cambiaron sus productos por otros nuevos, como fue el caso de Tejada, que presenta papas, en lugar de almendras, ¡y es otro ejemplo!, que ni siquiera se ajusta a lo que tienen, pero..., sigamos: Unas viudas bajadas de un cuadro, con riguroso negro, y coro de presentación y fotos por la novedad; las cuatro vacas que nos quedan y que mansas y pacientes -más que acostumbradas, por asistir a todas las ronerías o romerías; con barcas, que en lugar de estar mar adentro, están mar afuera, como indicando una profesión desaparecida, al igual que la ganadería a pesar del cada vez más reducido rebaño de cabras y ovejas del comienzo, y que es como una burla (no te las dejan tener ni pastar, y se las soban por delante de las narices a la Señora, y madre nuestra del Pino); que por otra parte, la repetida cachimba de Paca, y no hace falta decir de dónde, ni la anciana descolgada de sus grupo folklórico, que hace oración con su danza herreña; que ruedas de carros y arados, cuando ni unos ni otros se ven por ningún lado (salvo en los artesanos, que los hacen minúsculos, como objetos decorativos, que son otro insulto -¿tal vez denuncia subliminal?, ¡no sé!). Pero lo que ya es una pasada, es un pájaro canario, que si representa la situación del canario (el tabaibero), enjaulado por espakistania, que no da la independencia a este pueblo, con razones más que nadie, y seguimos entre sus garras, pero que presumo van por otros lares tal exposición (¡un tanto equivocada y fuera de lugar!), que me hace decir, desde lo más hondo del alma: ¡seriedad, señores; no jueguen con estas cosas serias! Que nos estamos cargando una romería-ofrenda, donde hay de todo menos comida, que sobra la silla de mi pueblo, y la del barbero, que sobra mucho, y no es cuestión sino de poner un par de ejemplos. Y ya es el recochineo, de lo que no debe ser: unos saltando, porque si al menos vinieran como los guanches, pues que pasaba, por lo de la aparición de la Virgen a ellos (?), pero bien vestidos y a la europea, como que no pega, ¡ni con cola!, y encima pegando brincos y golpes, ¡si fuera a los castellanos, como que sí, pero tampoco en este día y lugar, porque entiendo la exhibición de nuestros deportes vernáculos (si es que eso es un deporte), están fuera de lugar, pues podrían venir los que tiraban piedras, y más de un político huiría de la plaza y calles de Teror. Y ya que había tanto calor, Firgas, hubiera traído agua, pero ¡ni esa, que se van por las ramas, y hablando de ramas, ¡cuantas flores, las que precisamente no se comen!, y más parecía otro concurso de jardinería. Pero, lo que raya ya  el esperpento, es que tanto pan, sin higiene, tocado y retocado, sin protección alguna, vaya a parar a distintos y distantes estómagos, tocados por centenares de manos, donde los microbios y otros bichitos, pueden hacer más que daño, una mortandad, pues el pan, no está para ser sobado –salvo cuando se hace- ni sudado, ni expuesto al sol, al polvo, distintas envases, etc., etc...

El Padre Báez, que como resumen de una romería o algo parecido, dice que las flores, no se comen; y muchas frutas, era para tirarla después; ¡señores: productos no perecederos, si quieren hacer una caridad, que no solidaridad!

P.D.- Me vine a hablarles del día, y me pasé a la víspera, ¡qué vamos a hacer!

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